El compás contemporáneo
De cabeza, de Teresa Nieto, muestra el potente lenguaje híbrido de la danza y el flamenco
Manuel, cógeme!". Y la mujer se tira de cabeza desde el alto trampolín hacia el hombre, que la mira asombrado y, en el último momento, extiende los brazos y la recoge. Tal como ella quería y tal como el público, con el corazón en un puño, espera, porque no hay redes en el escenario y porque tampoco aguarda ese tipo de emociones intensas y violentas en los espectáculos de danza. Aunque sea contemporánea. De la oscuridad del patio de butacas escapa un suspiro aliviado, que hace sonreír, entre bastidores, a la directora. Manuel Liñán y Vanesa Medina, ataviados con bañadores de rayas, juegan a perseguirse en el espacio azul que dibuja, bajo el trampolín, la piscina. A ellos se unen, igual que nadadores haciendo largos, Daniel Doña y Teresa Nieto, Olga Pericet y Jesús Caramés. Tres bailarines de contemporánea y tres de flamenco, los intérpretes de De cabeza, un espectáculo lúdico, poético y tan singular como su directora, Teresa Nieto.
No es usual que los espectadores de danza rían, lloren y aplaudan de manera espontánea mientras los intérpretes bailan. Pero en los espectáculos de Nieto siempre suceden cosas poco habituales. Para empezar, no es frecuente ver en los escenarios a una bailarina de 54 años, como ella. Una mujer con un cuerpo menudo, elegante y joven y un rostro naturalmente arrugado. Tampoco es corriente empezar a bailar a los 27, cuando la mayoría de los bailarines empiezan a pensar en la retirada. Y aún es menos habitual recibir el Premio Nacional de Danza cumplidos los 50, en 2004, y el Premio Max a la Mejor Intérprete Femenina de Danza en 2007. Pero así es la historia de Teresa Nieto y por eso su obra, íntimamente ligada a su vida, escapa a lo acostumbrado y se despliega ante el público, distinta y emocionante. De cabeza, su último trabajo, desarrolla ese lenguaje híbrido que ella ha creado relacionando la danza contemporánea y el flamenco de tal manera que es imposible distinguir dónde acaba uno y dónde empieza el otro.
"De cabeza nace de una visión: la imagen de Manuel y Vanesa bailando juntos, un bailaor y una bailarina de contemporánea. Lo mismo me sucedió con Olga y con Jesús. Y con la pareja que formamos Daniel y yo. Quería unir su energía y su personalidad. Intuía que habría una química estupenda y no me equivoqué. Yo soy bailarina de contemporánea, pero siempre me he sentido muy cerca del flamenco. Creo que los bailaores jóvenes están haciendo la danza contemporánea de este país sin proponérselo. El flamenco posee un potencial inmenso. A mí me ha dado muchos matices y riqueza en el vocabulario; ha cambiado mi manera de bailar. En la danza contemporánea no está bien visto transmitir demasiado, y el flamenco me ha dado libertad para sacar mi temperamento. Así que convoqué a los bailarines y cuando les conté lo que quería, Olga dijo que le daba mucho miedo porque ella no era contemporánea, pero que se tiraba de cabeza. Y de ahí surgió el título: De cabeza. Y luego fue surgiendo el resto: la piscina, el trampolín, ideas, pasos, la iluminación de Gloria Montesinos, el vestuario de Elisa Sanz y la selección musical de Héctor González", relata Teresa Nieto.
Los movimientos afilados del flamenco y los movimientos geométricos de la danza contemporánea se unen en De cabeza en el ondular del agua, que dibujan los cuerpos, que se sostienen y se llevan y se sujetan y se impulsan y se buscan y se rechazan. "De cabeza tiene mucho que ver con mis dos espectáculos anteriores, como si formasen una trilogía. Solipandi, que estrené cuando cumplí los 50, es una celebración de la vida. Ni palante ni patrás (no hay manera, oiga) coincidió con una ruptura sentimental y habla de la confusión en los momentos de cambio, ese tiempo en el que ha terminado una etapa de nuestra vida pero aún no ha empezado otra. Y De cabeza parte de un momento personal muy bueno en el que busco compartir, delegar, nutrirme. Me daba mucho miedo cumplir 50 años y, sin embargo, en ese momento me sentí muy libre personal y creativamente. Ahora bailo mejor y creo que eso tiene que ver con la seguridad, la experiencia, la libertad. Hago en el escenario cosas a las que antes no me hubiera atrevido y me divierto en contra de esa actitud que considera que es poco interesante aquello que se disfruta".
Hay guiños muy divertidos en De cabeza. Hay un final de fiesta con los seis intérpretes simulando un número de natación sincronizada dentro de una piscina azul de plástico. Hay bañadores y trajes de noche, hay manguitos y flotadores, hay mucha sensualidad, pero hay algo más. Desde que cumplió los 50, cada obra de Teresa Nieto ha cerrado una etapa de su vida, y ahora, con esta última pieza, empieza a pensar en dejar de bailar. "Me cuesta estar dentro y fuera del espectáculo, y soy muy feliz dirigiendo. En realidad, si sigo bailando es porque los demás me animan a ello". Al final de De cabeza, igual que al principio, queda Teresa sola. Pero ya no siente vértigo como cuando estaba sola en el trampolín. Los demás bailarines se han ido y ella, con un albornoz blanco y unas gafas negras, se recuesta en una tumbona para tomar el sol. Y sonríe feliz. Igual que el público cuando sale del teatro. -
De cabeza. 29 de marzo, Auditorio Montserrat Caballé, Arganda del Rey; 4 de abril, Teatro Buero Vallejo, Alcorcón; 12 y 13 de abril, Real Coliseo de Carlos III, San Lorenzo de El Escorial; 25 de abril, Teatro Auditorio, Alcobendas; 23 de mayo, Teatro Auditorio García Lorca, Getafe.
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