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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los violentos de la carretera

En mi reflexión anterior centraba mi atención en las mujeres víctimas de la violencia de género y decía que triste es acostumbrarse a convivir con esa plaga, como si fuera algo normal dentro de lo que de interés diariamente acontece. Hoy lo haré sobre los accidentes de tráfico en nuestras carreteras y ciudades, en homenaje y recuerdo a los centenares de millares de personas que han sido sus víctimas en nuestro planeta, al no saber los seres humanos hacer buen uso del maravilloso invento que fue el automóvil en los primeros años de un siglo que lleno estuvo por lo demás de violencia por todos los continentes.

Ha de decirse en primer lugar que una imprudencia, cualquiera puede cometerla. Un descuido o un despiste lo podemos tener en un determinado momento. Parece algo connatural al ser humano. Lo terrible es que llevamos en nuestras manos una máquina capaz de causar el dolor a las familias que padecen la pérdida del ser querido en unos casos y, en otros, su mutilación de por vida o sufrir una larga recuperación. Es un trauma del que es muy difícil recuperarse.

En Andalucía las víctimas mortales han bajado en el pasado año un 10% en relación con el período anterior, siguiendo la línea descendente que se aprecia en España desde el año 2000, pues hemos pasado de más de cuatro mil a unas dos mil setecientas el último año, influyendo sin duda la renovación del parque, la mejora de la red viaria, la actuación judicial y fiscal, una mayor responsabilidad de los conductores, el endurecimiento penal y las campañas institucionales al respecto. De esas víctimas, 475 eran andaluces. Menos que en años anteriores, pero no es para tirar cohetes, ascendiendo sin embargo a 69% en Jaén, más de un 20% que el año anterior.

Escalofrío produce pensar que es la primera causa de muerte entre los menores de 40 años. Pero además de los fallecidos existen, como decía, otras víctimas, siendo un cuarto de millón el número de lesionados. En Málaga, por ejemplo, los accidentes de tráfico dan lugar a que existan unas 100 víctimas anuales que padecen discapacidad física y cerca de mil podrán acogerse a las ayudas contempladas en la ley de Dependencia. Unos 2.500 accidentes son provocados por quienes conducen en Andalucía bajo los efectos del sueño. La cuarta parte no llevan puesto el cinturón de seguridad y uno de cada tres lo hacen bajo una alta tasa de alcoholemia. Concienciación, educación, instrucción, han de ser sin duda fomentadas en grado sumo para ir erradicando, aunque sea lentamente, este cáncer.

Pero si bien no hemos de aplicar en Andalucía y en España el "mal de muchos consuelo de tontos", entre otras cosas porque no somos tontos, es lo cierto que ese cáncer se padece igualmente en Europa. El Fiscal de Sala del Tribunal Supremo, coordinador entre las fiscalías en esta materia, que está llevando a cabo una más que positiva actuación, recuerda en la última Memoria de la Fiscalía General que al año tienen lugar en el continente millón y medio de accidentes con cuarenta mil muertos, primera causa de muerte, ha de insistirse en ello, entre los menores de 40 años, reduciendo más la esperanza de vida que las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Un horror, vamos, ascendiendo el coste económico de la siniestralidad vial en los últimos años, a 160.000 millones de euros, el dos por ciento del PIB.

Pero si es verdad que una imprudencia cualquiera puede cometerla, existen conductas de auténticos gamberros suicidas que no pueden tolerarse. Conducir motos por carretera de pie encima del asiento, tres y cuatro pasajeros ebrios en una scooter, organizar en las grandes avenidas de las ciudades carreras automovilísticas a grandes velocidades sin respetar, claro, los semáforos, conducir por autopistas o autovías en dirección contraria... No se quiere, por supuesto, el resultado que producirse pueda, pero hay sin duda un claro arranque ilícito y doloso de la conducta. Ya nuestro primer Código penal de 1822 decía que comete culpa el que libre y voluntariamente, aunque sin malicia, infringe la ley por una causa que debió ser prevista y pudo ser evitada.

En tales supuestos, la ley ha de ser inflexible y ser aplicada con el mayor rigor, con privación del permiso de conducir por el máximo de tiempo legalmente previsto. Los autores que tan gravemente lesionan a las personas deben pasar el tiempo máximo que la ley permita prestando servicios en clínicas donde se traten a discapacitados y parapléjicos. Y lo dice un ardiente defensor del principio de intervención mínima y partidario de la prisión sólo en casos extremos.

Hace unos días, sin que uno a estas alturas se sorprenda ya de nada o de casi nada, me desayunaba con una sorprendente noticia según la cual un juez absolvía a quien iba conduciendo de forma temeraria por una acera, porque la ley se refiere a quienes conducen por la calzada. No soy partidario de la interpretación extensiva de las leyes, pero... ¡le digo a usted, señor de guardia!

Claro ha de quedar, supongo, que el juez, si ese as del volante arrolla a una anciana o a cualquier viandante que tranquilamente deambula por la acera sería condenado por imprudencia, aunque no a su juicio por delito contra la seguridad del tráfico. No vaya a ser que se animen a conducir por las aceras quienes por ellas quieren sentirse por unos instantes Fernando Alonso o Ángel Nieto.

Juan José Martínez Zato fue vocal del CGPJ y Teniente fiscal del Tribunal Supremo. Es concejal socialista del Ayuntamiento de Málaga.

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