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Diagnóstico profundo para el sector agrario

Reig apunta hacia una agricultura del conocimiento que explote sinergias

Miquel Alberola

El sector agrario valenciano necesita "un diagnóstico en profundidad de la situación actual" que permita desarrollar una estrategia para aprovechar sus potencialidades y evite las consecuencias negativas derivadas de las limitaciones estructurales que padece. Es la principal conclusión del profesor Ernest Reig en su trabajo sobre la agricultura valenciana para el libro de estrategias de desarrollo económico publicado por la Facultad de Economía de la Universitat de València en su 40º aniversario.

La importancia relativa del sector ha disminuido hasta el 2,1%
La renta agraria ha dejado de crecer en términos reales desde hace años

Reig enfatiza que este diagnóstico debe alejarse del habitual "inventario arbitrista de soluciones" y centrarse en el fomento de "una agricultura basada en el conocimiento", que explote las sinergias existentes entre los recursos para la investigación científica desarrollada por las universidades y otros centros de excelencia como IVIA, AINIA, CSIC... y el saber hacer y la experiencia comercial agrícola valenciana, así como el apoyo de las administraciones para desarrollar producciones de calidad y compensar las desventajas en los costes.

La importancia relativa del sector agrario en la economía valenciana ha ido disminuyendo. Así, en 2006, el sector (agricultura, silvicultura, ganadería y pesca) aportaba el 2,1% al Producto Interior Bruto valenciano y, a comienzos de 2007, daba empleo regular a 72.100 personas, el 3,2% de la población ocupada. Con todo, la actividad económica relacionada con la agricultura (industria agroalimentaria y distribución comercial), amplía la importancia del sector.

También la renta agraria hace ya varios años que ha dejado de crecer en términos reales. Sin embargo, el comportamiento de los ingresos como magnitud agregada no ha tenido las lógicas influencias negativas debido a que el número de agricultores se ha reducido en los últimos 15 años (en 1990 daba trabajo a 120.300 personas). En los dos últimos años, los niveles de renta agraria por unidad de trabajo anual se han situado por debajo de la media española.

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Uno de los principales problemas que presenta el campo valenciano es el reducido tamaño de las explotaciones (2,60 hectáreas frente las 20 de la media española). En 1989 el 50% de las explotaciones tenía menos de una hectárea y el 86% no llegaba a cinco. Además, la elevada parcelación agudiza los problemas causados por el minifundismo.

La agricultura valenciana, según la investigación de Reig, presenta un abanico de debilidades y fortalezas que respaldan la necesidad de efectuar ese profundo análisis. Entre las carencias, apunta la escasa dotación natural de recursos hídricos y su competencia con los crecientes usos turísticos y urbano-industriales, así como la sobreexplotación de acuíferos y la contaminación de las aguas subterráneas. También la dispersión de la oferta, frente a unos canales de distribución cada vez más concentrados, constituye una debilidad tan preocupante como los elevados costes de cultivo de los cítricos, producida por el minifundio y la gran necesidad de mano de obra requerida para un producto que, a menudo, alcanza bajos precios por exceso de producción.

En cuanto a los puntos fuertes, Reig destaca las excelentes condiciones de temperatura y radicación solar para el regadío intensivo, lo que a menudo permite cosechas fuera de estación. También la agilidad comercial y técnica de los citricultores para seleccionar nuevas variedades ante la cambiante demanda. Y sobre todo, la fuerte posición exportadora en cítricos (el 40% del mercado mundial) y en horticultura de ciclo manipulado. En el aspecto social, subraya la capacidad de desarrollo de fórmulas asociativas para concentrar oferta mediante cooperativas, sociedades agrarias y organizaciones interprofesionales.

Dos agricultores trabajan en la huerta al sur de la ciudad de Valencia.
Dos agricultores trabajan en la huerta al sur de la ciudad de Valencia.SANTIAGO CARREGUí

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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