Comercio y vida en Sant Andreu
Una década de cambios en el eje comercial del barrio barcelonés
Sábado por la tarde. La calle Gran de Sant Andreu, entre la rambla de Fabra i Puig y la calle de Malats, empieza a llenarse de gente. Familias, parejas de ancianos, niños y adolescentes se detienen delante de las decenas de escaparates que muestran una multitud de productos diferentes. Algunos sucumben a la tentación y acaban por adquirir el producto deseado. Otros, simplemente pasean y saludan a sus vecinos. Sant Andreu es uno de los pocos barrios de Barcelona donde aún se conserva ese espíritu familiar, de pueblo. Situado en el norte de la ciudad, Sant Andreu era un antiguo municipio que fue anexionado a Barcelona hace poco más de un siglo. El barrio ha sabido conservar una personalidad propia, a la vez que se ha integrado en la metrópoli.
"Es un barrio donde se puede vivir, trabajar y comprar"
"Hemos pasado de 9 a 19 millones de visitantes anuales en 14 años"
Sant Andreu ha contado siempre con una intensa actividad comercial, concentrada sobre todo en la calle Gran, que se vio favorecida con la creación hace 10 años del concepto de Eix comercial, fruto de la fusión de tres asociaciones comerciales, la del Centro, la de la Rambla y la de la calle Gran. Esta unión, con el apoyo de la Generalitat y del Ayuntamiento de la ciudad, llevó a cabo numerosas reformas urbanísticas que permitieron modernizar la zona y hacerla más comercial.
El eje comercial de Sant Andreu, de aproximadamente dos kilómetros de longitud, está formado por la rambla de Fabra i Puig, área dedicada a las actividades de ocio (cine, restaurantes, teatro...) y la calle Gran, donde se concentran unos 250 comercios. "Esta zona comercial creció como la espuma. Aquí encuentras desde los comercios de barrio más tradicionales hasta las grandes marcas", explica Joan Mateu, delegado del Consejo de la Unió de Botiguers del distrito. Mateu añade que lo importante es que "la oferta sea equilibrada para que los habitantes del distrito no necesiten desplazarse al centro".
Esta idea se ajusta a las necesidades de los clientes. María Calvo, de 43 años, declara: "Comprar en el barrio es muy práctico porque hay de todo y no tengo que desplazarme lejos". Ramón Llatche, de 56 años, tiene una opinión similar: "Me gusta porque es un comercio cercano, donde el trato es familiar y hay buenos precios".
Los comerciantes también se muestran satisfechos con los cambios operados en el barrio, que según Mateu "ha pasado de 9 a 19 millones de visitantes anuales en 14 años". Ramón Martínez, de 43 años y propietario de una mercería, destaca que "aunque el ambiente no ha cambiado mucho, desde la rehabilitación del barrio viene más gente a comprar", a pesar de la apertura cercana de grandes centros comerciales como La Maquinista y El Corte Inglés. Mateu explica: "Los centros comerciales no han hecho competencia, sino que han traído nuevos clientes, ya que para llegar a ellos, muchos tienen que pasar por el eje". Sin embargo, las opiniones entre los comerciantes son dispares. Mientras que a juicio de Enrique Gordillo, de 37 años y propietario de un negocio familiar, "la zona no ha cambiado nada y no hay más clientela, sino que siempre ha pasado mucha gente por esta calle", otros deploran que la calzada haya pasado de tener tres carriles a uno sólo debido a la ampliación de la acera, ya que hace que los camiones se encuentren con dificultades a la hora de descargar la mercancía. Sant Andreu, como otros barrios de Barcelona, se topa con otros problemas como la escasa existencia de locales de grandes dimensiones y los precios desorbitados, tanto de la compra como del alquiler, que puede llegar hasta 6.000 euros los 100 metros cuadrados.
A pesar de ello, Mateu asegura que Sant Andreu "no es simplemente una ciudad dormitorio, sino uno de los pocos barrios de Barcelona donde se puede vivir, trabajar, comprar y hacer actividades de ocio".
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