¿Franquicias o trato familiar?
La proliferación de este tipo de comercios está afectando el trato cercano de las tiendas en la calle de Sants
"La calle comercial más larga de Europa", este podría ser el mejor eslogan de presentación de uno de los ejes comerciales más importantes de Barcelona, el de Sants-Creu Coberta. El eje, que se estableció oficialmente en julio de 1999, abarca ambas calles del barrio de Sants, que van desde la plaza de Espanya hasta la carretera de Collblanc, con una extensión total de más de cuatro kilómetros.
En la actualidad es, pues, un importante eje comercial con más de 500 tiendas, aunque durante muchos años fue una destacada vía de comunicaciones, desde que a finales del siglo XVIII se convirtió en la carretera que unía Barcelona con Madrid. Por esta razón, muchos vecinos la conocen aún como "la carretera de Sants".
"El centro de Las Arenas no traerá más gente, sino que la repartirá más"
"La especialización es la vía de salida y mantenimiento de estos negocios"
La característica esencial de este eje es el trato familiar y cercano de los vendedores, herencia de su pasado como pueblo -Sants fue anexionado a Barcelona en 1897-, aunque este clima se está perdiendo en los últimos años por la proliferación de franquicias de las grandes marcas del mercado. "Las franquicias tienen mucho personal, pero no son vendedores, son plegadores de ropa. El comercio de Sants se caracteriza por ser muy tradicional y de un servicio próximo, de tú a tú", argumenta Lluís Josep Marticella, de 60 años y responsable de publicidad de Sants Establiments Units, una de las dos asociaciones que tiene el eje. "Además, estas nuevas tiendas no participan en nada con la asociación. Son nuestra lacra", añade Marticella, aunque es una opinión que comparten la mayoría de propietarios. Teresa Domingo, vecina del barrio y consumidora habitual en la zona, explica la percepción de estos cambios que tiene la gente: "A mí me gusta mucho venir aquí, soy de comprar en el barrio, pero en los últimos años se está perdiendo el encanto que tenía la calle. Se pierde el trato personalizado".
La calle de Sants tiene un gran poder de atracción para los más de 90.000 vecinos de la zona y también para los que provienen de otros lugares. Se ha calculado que más de seis millones de personas visitan el eje anualmente. "La calle hace venir gente", comenta Joan Milà, vendedor de juguetes. Los clientes son muy variopintos, aunque la tradición obrera del barrio marca algunas directrices. Enric Josa, de 47 años, que es la tercera generación que regenta Multióptica Josa en la calle de Sants, fundada en 1934, explica cómo son las personas que acuden a comprar: "Los clientes son muy variados, aunque podríamos decir que en su mayoría son de clase media y media-baja. Pero sobre todo, en el caso de mi comercio, es gente que vive en el barrio y gente que no vive aquí, pero trabaja cerca".
El futuro comercial de la calle de Sants se mantiene incierto. La construción del centro comercial de Las Arenas y la modernidad que traen de la mano las franquicias es vista con cierto recelo por la mayoría de vendedores: "El centro de Las Arenas no traerá más gente, sino que la repartirá más. El que no esté bien preparado tendrá que cerrar", explica Montserrat Dalmau, que regenta una tienda de ropa de señora. Sin embargo, Llorenç Porxas, de 56 años y propietario de la centenaria Ferretería Porxas, defiende que "la especialización es la vía de salida y mantenimiento de estos pequeños negocios". En definitiva, en un momento y en una ciudad cada día más impersonal, sólo el tiempo decidirá si el debate se inclina a favor de las franquicias o del trato familiar y personalizado que ofrecen los comercios más tradicionales.
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