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Reportaje:

Generadores y vasijas sólo para exportar

Ensa se sitúa entre las mejores forjas del mundo para responder a la creciente demanda mundial de plantas nucleares

Con una moratoria nuclear de facto, España es de los escasos países del mundo que dispone de la mejor capacidad técnica para construir una planta si se planteara un giro político a esa decisión. Como a corto plazo no es previsible ese paso, la industria y los equipos técnicos que se preparan hace 25 años para construir 33 reactores nucleares (sólo siguieron adelante nueve grupos), en lugar de cerrar, se han buscado la vida en el exterior.

Es el caso de la compañía pública Equipos Nucleares, SA (Ensa), que cerró el año pasado con una facturación de 194 millones de euros, de los cuales el 85% corresponde a equipos nucleares vendidos a Suecia, Estados Unidos, China y Suráfrica, entre otros países.

Ensa es la empresa que más generadores de vapor ha exportado al mercado americano en la última década

Llegar a este punto no ha sido fácil. Tanto Ensa como Tecnatom o Empresarios Agrupados han atravesado tiempos amargos hasta conquistar los mercados más exigentes del mundo. El accidente de Three Mile Island, primero, y el de Chernóbil, después, pusieron en jaque una industria que prometía.

Con el despliegue nuclear de China, la reconsideración del Reino Unido y las solicitudes para 20 plantas nuevas en Estados Unidos, se han abierto nuevas expectativas.

Ensa, de hecho, ha corregido su trayectoria. Hasta 2004, el actual presidente de la compañía, Francisco Ballesteros, vivió desde la SEPI varias reconversiones laborales que afectaron a la planta de Maliaño, en la bahía de Santander. En el primer año al frente de la empresa cambió los números rojos por beneficios (1,9 millones en 2007) y ha aumentado la plantilla.

Recorrer la planta de Maliaño es introducirse en los escenarios del agente secreto 007. Las magnitudes superan la capacidad de percepción del ojo humano. Una vasija de un reactor nuclear tiene la dimensión de un edificio de cuatro pisos por cinco metros de diámetro. Las paredes de acero alcanzan un grosor de 40 centímetros y en su interior van dispuestos 10.000 tubos enlazados en una malla aquilatada en micras, por donde circulará el agua calentada en el reactor que, transformada en vapor seco, moverá una turbina. Más de mil toneladas de acero en total.

En este momento, la planta de Maliaño fabrica generadores de reemplazo para las centrales nucleares de Diablo Canyon (California, Waterford (Luisiana) y Qinshan, en Shanghai, China. Monta las vasijas de dos reactores ESBWR para otras dos plantas GE-Hitachi en Tejas y Virginia. Elabora las barreras de presión para el reactor PBMR de 165 megavatios modulables en Suráfrica, contenedores de combustible por encargo de la francesa Areva para el mercado norteamericano, componentes para las centrales suecas de Foorsmark y Oskarsam... Ensa es la empresa que más generadores de vapor ha exportado al mercado americano en la última decada.

Estos pedidos asegurarán "un crecimiento de la compañía de dos dígitos para 2009", dice orgulloso Francisco Ballesteros. "Hemos conseguido darle la vuelta a la casa y a la cuenta de resultados".

El presidente de Ensa asegura que la planta de Maliaño se ha situado entre las tres mejores forjas del mundo, un podio al alcance de muy pocos, dado el alto nivel de tecnificación y exigencia que demanda el sector.

8.000 horas al año

Su renacimiento es un hecho. Hay escasez de suministradores. Las principales eléctricas occidentales quieren asegurarse proveedores, del nivel de Ensa, para cuando consigan luz verde las licencias de nuevos reactores nucleares que tienen en tramitación. Sólo la coreana Doosan Heavy Industries, la japonesa Japan Steel Works y la española disponen de calderería capacitada para atender esa demanda, porque los tecnólogos constructores (GE, Hitachi, Areva...) tienen copados sus talleres. En el mundo hay 40 plantas en construcción y otras 200 en fase de planificación.

En los cuatro años de la legislatura que se acaba de despedir, Ensa ha invertido 36 millones de euros en la renovación de su maquinaria, en robótica, automatización de procesos y la cualificación de su personal. Ballesteros se congratula de haber reconducido el proceso de pérdida de personal (un 30%) en la planta de Cantabria por un aumento de la plantilla y su capacitación mediante la firma de convenios con la Universidad Politécnica de Cantabria y la Menéndez Pelayo. La recuperación de la plantilla tiene un gran eco en la bahía de Santander, habida cuenta de que, por cada empleo nuevo que crea, se generan seis más en la industria auxiliar de su entorno.

Ballesteros rehúsa entrar en el debate político en torno a la energía nuclear. Desde 2001 hasta 2004 fue director de empresas participadas en la SEPI (Enresa,Enusa, Ensa). Le sorprendió el alto nivel de cualificación de sus cuadros, comparable al de los mejores del mundo. Lleva siete años inmerso en la actividad nuclear y su especialidad son los números. Y sus números le dicen que, frente a la volatilidad del crudo (su precio se ha incrementado en un 256% desde 2000), el coste variable de la energía nuclear supone tan sólo un 15% del kilovatio/hora. El 85% restante corresponde a la amortización de la inversión, que es muy intensiva inicialmente.

"Si se incluye a la nuclear en el mix energético, no hay ninguna otra fuente que con 8.000 horas de funcionamiento al año proporcione más estabilidad y seguridad al sistema". Ballesteros añade que en la fisión sólo se consume un 4% de la capacidad del combustible radiactivo. Por eso no es partidario de llamar residuo al 96% restante. Está convencido de que en un futuro no muy lejano se aprovechará. Si no se hace ahora es porque hay reservas de uranio en el mundo suficientes. Y apela a las palabras que escuchó de Carlo Rubbia, premio Nobel: "Todos los residuos nucleares del mundo podrán guardarse en un espacio equivalente al de una caja con 12 botellas de vino". De momento, se está a la espera de conseguirlo.

Embarque de un generador desde el dique de la factoría Ensa en Maliaño, en la bahía de Santander.
Embarque de un generador desde el dique de la factoría Ensa en Maliaño, en la bahía de Santander.

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