España se debate entre el cierre paulatino y alargar la vida útil
Cierre paulatino o ampliación de la vida útil de las centrales. Ése es todo el debate político que existe en España sobre el futuro de la energía nuclear, con un 9% de la capacidad energética instalada. A lo largo de la pasada campaña electoral, el PSOE mantuvo su compromiso de cerrar todas las nucleares "al final de su vida útil", mientras el PP abogó por mantenerlas e incluso ampliar los plazos de utilización. Lo nuclear levanta grandes pasiones y los partidos combaten esa intensidad con ambigüedades calculadas y sin una sola referencia a la posibilidad de construir nuevas centrales, una cuestión más escabrosa por las multimillonarias inversiones y los largos plazos de construcción que requieren.
José Luis Rodríguez Zapatero se remitió hace unas semanas a no caer "en la tentación fácil" de la energía nuclear. La primera piedra de toque importante será la central de Garoña (Burgos): el PSOE se ha comprometido a cerrarla en 2009 (cuando finalice su licencia) o como máximo en 2011, a los 40 años de su puesta en marcha.
El PP -al igual que otros partidos- promueve un pacto de Estado para gestionar la vida de las centrales "en línea con las tendencias internacionales". Y esas tendencias empiezan a perfilarse claramente a favor de nuevos reactores.
Fuera de la escena política los mensajes son cada vez más nítidos. La patronal eléctrica considera "suicida" prescindir de cualquier energía, incluida la nuclear. E incluso los dos grandes sindicatos quieren reabrir -al menos- el debate. "No podemos estar esperando a resolverlo todo con aerogeneradores", aseguró José María Fidalgo, de CC OO, hace unos meses.
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