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Columna
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Sangre china en Madrid

La realidad puede cortarse en mil mitades y ser una cosa u otra dependiendo de quién lleve el cuchillo en la mano. Juan Urbano pensó en eso después de mezclar en su memoria las noticias que daban los periódicos de y sobre China. En el Tíbet y sus alrededores, el Gobierno chino manda asesinar civiles en la ciudad de Lhasa y en las provincias de Sichuan, Gansú y Qinghai, decenas o tal vez cientos de personas que protestaban por la ocupación de esta zona espiritual del Himalaya.

En Madrid, los responsables del Zoo Aquarium han puesto en marcha los preparativos para facilitar el apareamiento de los osos pandas que China cedió a los Reyes de España, en señal de amistad.

En Usera y Carabanchel, la policía ha desmantelado una red de inmigración ilegal que se dedicaba a introducir en nuestro país a ciudadanos chinos procedentes de la región de Fujián. Los responsables de la organización, denominados Cabezas de Serpiente, hacinaban a sus víctimas en pisos-patera donde llegaban a vivir hasta veinte personas en condiciones infrahumanas.

Los crímenes del Tíbet, cometidos por una dictadura que, sin embargo, es tan buen socio comercial que el mundo entero mira para otra parte cada vez que la sangre se derrama en su territorio, son la consecuencia de una manifestación pacífica que los monjes budistas llevaron a cabo el pasado 10 de marzo con motivo del 49 aniversario de su intento de rebelión contra los invasores, y que terminó convirtiéndose en una protesta más violenta a medida que los soldados la reprimían. Naturalmente, las autoridades chinas han negado que sus tropas disparasen contra la población; aseguran que lo único que hicieron fue defenderse de la turba y ahora se felicitan porque han logrado que ciertos monjes que se habían atrevido a encerrarse en sus santuarios se rindieran y algunos de los alborotadores se entregasen, tras amenazarlos con represalias ejemplares. Debían ser monjes muy peligrosos, porque algunos desafiaron una orden que los confinaba a su monasterio de Rongwo, en la ciudad de Tongren, y tras escalar una colina tiraron petardos y quemaron incienso; y otros, en la provincia de Gansú, atacaron un edificio gubernamental cerca de la ciudad de Hezuo y lograron arriar la bandera china e izar el emblema del Tíbet libre.

Los inmigrantes amontonados en Usera procedían de Fujián, una ciudad de un millón de habitantes situada al sureste de China, y pagaban entre 25.000 y 30.000 euros por su pasaje al infierno. Antes de llegar a Madrid pasaban por varias casas que la organización tenía en Francia, Italia, Rusia, Egipto y Arabia Saudí, en las que pasaban varios días para no levantar sospechas ante los agentes de aduanas. Después viajaban a España, donde les cobraban otros 500 euros sólo por trasladarlos del aeropuerto de Barajas a Usera, donde sin duda habría quien los viese como un peligro, más como sospechosos que como damnificados.

En el Zoo Aquarium, ante la cercanía de la época de apareamiento, se ha solicitado la asistencia profesional de un veterinario llamado Lang Ginchao, que viene de la Base de Pandas de Chengdu en China, donde es obvio que a estos bellos animales en peligro de extinción se les trata mucho mejor que a las personas.

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¿Cuántos muertos ha habido estos días en el Tíbet? Pocos, según las autoridades chinas, y más de cien, según los portavoces del Gobierno tibetano exiliado en la India. Como si la cantidad de muertos hiciera menos abominable el crimen. La comunidad internacional se ha declarado preocupada por esos acontecimientos y los vecinos de Carabanchel y Usera, a la que ya empieza a llamarse la China de Madrid y que está llena de carteles en idioma mandarín sobre los locutorios, restaurantes y tiendas donde se venden productos del país asiático, se declararon muy sorprendidos por la existencia de estos pisos-patera.

Para la joven osa de Madrid, Hua Zui Ba, éste será su segundo celo, mientras que el macho, Bing Xing, ha sido ya padre en una ocasión.

El presidente-títere que China tiene en el Tíbet ha afirmado desde Pekín que la población de la región "luchará firmemente contra el separatismo, a favor de la patria unificada y en pos de mantener la estabilidad social". El Dalai Lama ha acusado a China de cometer un "genocidio cultural". La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, ha instado a Pekín a dialogar con el líder espiritual tibetano.

Juan Urbano cerró los periódicos y se sintió mal, como si la realidad fuera un espejismo y en la balanza de la justicia todo tuviera el peso de las monedas con que puede comprarse. Qué mundo.

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