"La especulación ha destruido un barrio chino vital"
José Antonio Nielfa, La Otxoa, (Bilbao, 1947) vino al mundo, casualidades de la vida, el mismo año en que se fundó la Cofradía de Jesús Nazareno, y en el mismo barrio. Así que la vida del transformista que animó el Bilbao de la transición (y que ahora regenta un conocido pub del Ensanche bilbaíno) transcurre paralela al devenir de la procesión que más fervor provoca en la villa. La Otxoa no ve ya con buenos ojos cómo ha evolucionado, ni la tradicional procesión ni el barrio.
Pregunta. ¿Cómo ha vivido la transformación del barrio de La Palanca?
Respuesta. La zona está muy degradada, no cabe duda, aunque parece que ahora comienza a resucitar. En aquellas procesiones de mi infancia y juventud, los cofrades y el paso del Nazareno sobrecogían. Se cerraban los comercios, salía toda la gente de los bares de alterne, con una devoción sincera. Ahora todo se ha convertido en más turístico.
P. Quizás también eso permite que se abra la procesión al resto de la ciudad.
R. Mi lectura es distinta. Al salir en los periódicos, el paso del Nazareno se convirtió en una fiesta, en una excusa para acudir a una zona de morbo, aprovechando la procesión, para ver si podía ver algo que a diario mucha gente no se atreve a visitar.
P. En su opinión, perdió entonces su trascendencia religiosa.
R. Sí. Para mí, como para todas las personas de mi edad, que hemos crecido en el barrio, el Nazareno es muy importante.
P. ¿Es este un barrio que lleva demasiados años en horas bajas?
R. Sí. La especulación urbanística ha sido capaz de destruir hasta uno de los barrios chinos más vitales de Europa, con el de Barcelona o el de Amsterdam. Hay que meter mucho dinero en su recuperación y, así y todo, no tengo mucha esperanza en que se consiga ese cambio. Hay intereses poderosos en transformar lo que es el corazón de Bilbao y contra eso es muy difícil luchar.
P. ¿Llegó en alguna ocasión a cantarle una saeta al Nazareno?
R. No. Las procesiones en Bilbao tienen otra liturgia a las de Andalucía. Aquí prima el silencio, aunque también es cierto que en Las Cortes había inmigrantes andaluces que mostraban su entusiasmo religioso de este modo. Ahora, no me cabe duda, que si hubiese sido lo tradicional en el País Vasco, habría sido el primero en cantarle.
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