La autonomía de Solbes
Los dos primeros años de esta legislatura, como mínimo, estarán marcados por un serio frenazo del crecimiento económico, según predice prácticamente la unanimidad de los expertos en el tema. Parece lógico, pues, que todas las miradas se dirijan ahora hacia el equipo que tendrá que gestionar esa crisis, es decir, hacia el nuevo Gobierno que nombrará José Luis Rodríguez Zapatero inmediatamente después de que supere la votación de investidura en el Congreso de los Diputados. El presidente del Gobierno dejó ya claro, antes de las elecciones, que Pedro Sobes seguirá siendo el máximo responsable desde su cargo de vicepresidente y ministro de Economía, pero ahora hace falta saber si la influencia o poder de Solbes se dejará sentir en toda el área económica -es decir, si su control será total-, o si Zapatero equilibrará ese poder con la creación de algún nuevo ministerio relacionado con nuevas tecnologías que encomiende a alguien "independiente" de Solbes, o si, también ahí, recurre a alguien absolutamente integrado en el equipo del vicepresidente.
Nadie duda en el PSOE de que Solbes tendrá más poder e influencia. Falta sólo por saber si su control del área será total El vicepresidente tendrá que negociar la nueva financiación autonómica, un tema de alto voltaje político y económico
Es evidente que en la primera legislatura las cosas no se desarrollaron en bastantes casos a gusto de Solbes. En una etapa económicamente menos brillante, la capacidad de control adquiere todavía más importancia. Se trata, además, de una etapa en la que habrá que negociar rápidamente nada menos que la nueva financiación autonómica, producto de los nuevos estatutos y con un contenido no sólo económico, sino de alto voltaje político. Nadie duda ahora, ni en el PSOE ni en La Moncloa, de que Solbes tendrá una autonomía mayor, consecuencia no sólo del hecho de que el presidente le pidiera explícitamente que se quedara, sino también del importante papel que desarrolló en la campaña, sobre todo a raíz del debate con Manuel Pizarro.
El éxito de Solbes decantó toda la estrategia socialista y arrebató al PP lo que se suponía que era su mejor arma. Su papel será ahora decisivo para establecer a qué ritmo se puede acelerar el plan de infraestructuras, que reclaman muchos expertos socialistas como un instrumento imprescindible para compensar la caída del mercado de la construcción. La legislatura que comienza, según la mayoría de esos expertos, debe dar una gran importancia al cambio de modelo de crecimiento, de forma que el potente motor de la construcción, ahora desinflado, sea compensado y sustituido a medio plazo por otros motores combinados.
El equipo económico será, pues, la piedra de toque del nuevo Gobierno, pero no será, probablemente, la única novedad. De la lectura atenta de las declaraciones realizadas por Rodríguez Zapatero en la campaña electoral podría deducirse su especial preocupación e interés por lo relacionado con el cambio climático, un concepto que no sólo tiene que ver con un departamento clásico de medioambiente, sino que comprende otros múltiples aspectos relacionados con la energía, las costas o el suelo.
En el entorno del presidente todo el mundo asume también que, en esta segunda legislatura, José Luis Rodríguez Zapatero no puede permitirse permanecer tan alejado de los principales escenarios de la política internacional, y sobre todo europea, como se ha mantenido en estos primeros cuatro años.
Su actividad internacional, reconocen muchos cargos socialistas, ha sido "muy poco intensa", y eso es algo que debe corregirse con prontitud. España ocupará la presidencia de la UE en 2010, y aunque para entonces, si todo va como tiene que ir, ya existirá en la Unión Europea un presidente estable, Rodríguez Zapatero y sus ministros tendrán que desempeñar un papel relevante. La expresión preferida en estos momentos es "una agenda internacional mucho más dinámica". Una agenda dinámica y un perfil internacional "más dinámico" para el propio presidente, puntualiza un asesor presidencial.
El tercer campo en el que se espera una atención especial por parte del presidente del Gobierno y de su nuevo gabinete es el relacionado con la inmigración. A lo largo de la campaña, Rodríguez Zapatero insistió varias veces en la necesidad de enfocar ese capítulo desde tres perspectivas diferentes: dos vinculadas con aspectos represivos, como el control severo de las entradas irregulares y la correspondencia máxima entre permiso de residencia y existencia de un contrato de trabajo, y otro de índole social: políticas de reforzamiento de los servicios públicos esenciales, de forma que no se produzca un deterioro de esos servicios (sanidad, educación y vivienda) simplemente porque exista una mayor demanda. La duda es cómo y desde dónde combinar aspectos tan dispares. -
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.