"Pido al príncipe que nos dé permiso para conducir"

Las activistas saudíes han dado un nuevo paso en su reclamación del derecho a conducir. Ahora han recurrido al medio de moda, YouTube, para colgar un vídeo reivindicativo. "En nombre de las saudíes, pido al príncipe Nayef Bin Abdelaziz que nos dé permiso para conducir", reclama Wajeha Huwaider, refiriéndose al ministro del Interior.

A cara descubierta, aunque con un velo sobre el pelo, Huwaider protagoniza un videoclip de tres minutos en el que se le ve conduciendo un coche para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Al principio, la activista explica que se encuentra dentro de una urbanización, lo que no supone ningún problema porque la prohibición de conducir se refiere a las vías públicas, pero a continuación entra en una autopista en contravención de la insólita norma.

Una mujer no puede ir sola en el coche, pero sí con un chófer

Arabia Saudí es el único país del mundo con esta prohibición

Arabia Saudí es el único país del mundo en el que las mujeres tienen prohibido conducir. Los ultraconservadores lo justifican en sus tradiciones y adherencia al islam, que en su estricta interpretación no permite la interacción entre personas de distinto sexo que no sean familiares directos. Sin embargo, muchos saudíes señalan que hasta el auge del petróleo las saudíes pudieron utilizar sin restricciones los medios de transporte de su tiempo, tal como recordaban el año pasado las fundadoras del Comité por el Derecho de las Mujeres a Conducir, entre las que se encontraba la propia Huwaider.

Fueron las concesiones que la familia real saudí hizo a los religiosos para que respaldaran su legitimidad, las que permitieron que éstos extendieran a toda la sociedad los usos de los sectores más retrógrados. En 1990, medio centenar de mujeres desafiaron la norma conduciendo por el centro de Riad. Fueron encarceladas durante un día, les retiraron los pasaportes y perdieron sus trabajos. Una fetua del muftí del reino, Abdulaziz Bin Baz, dio base legal al Ministerio del Interior para elevar a fuerza de ley lo que era una mera costumbre.

La tímida apertura de los últimos años ha sacado a la superficie no ya lo desfasado de la ley, sino la contradicción que supone prohibir la conducción de las mujeres para que no se mezclen con los hombres mientras se permite que utilicen chóferes con los que no tienen ningún parentesco. Además, no todas las familias pueden pagar ese gasto y muchas mujeres profesionales consideran un insulto que en pleno siglo XXI se las trate como menores.