"Quiero aprender a leer y no puedo"
Cierra un centro de adultos de Sevilla por las precarias condiciones del edificio
Milagros Zayas, de 40 años, y su hija Alba, de 13, estudian 1º de la ESO. La hija en un colegio y la madre en el centro de adultos San Jerónimo, en Sevilla. A veces, las dos hacían juntas los deberes pero desde el pasado 19 de febrero la madre tuvo que dejar las clases. El centro se ha cerrado porque no reúne las condiciones mínimas de seguridad.
"El edificio está tan viejo que no soporta ni una mínima lluvia", protesta Milagros. La escayola del techo se humedeció y va cayendo, con mucho peligro. Los representantes de los 80 alumnos matriculados han enviado dos cartas de protesta a la Delegación de Educación. "Ya llevamos dos semanas sin clase. Llegarán los exámenes de junio y suspenderé", se angustia.
El centro de adultos se encuentra en la segunda planta de un centro cívico (actividades culturales) ubicado en el polígono industrial de San Jerónimo, colindante con el asentamiento chabolista El Vacie. En la parte de abajo se organizan clases de gimnasia o preparación al parto. Arriba, tras una escalera de caracol larguísima, se habilitó un espacio para los adultos. Pero no tiene ni calefacción ni aire acondicionado. Ni escalera de incendios. "Nos morimos de calor en verano y en invierno me llevo un calefactor para los pies", protesta Manuela Redondo, asistenta de 38 años. "De vez en cuando, en la mitad de una clase, se nos iba la luz. Menos mal que ya no nos asusta nada", dice muy seria esta mujer que tuvo que dejar de estudiar muy joven porque su madre la "puso" a trabajar. "Pero yo soy muy lista, ¿eh?", afirma ante el asentimiento de sus compañeras.
Allí estudiaban hasta febrero dos grupos de adultos -casi todas mujeres-: los que, como Milagros, quieren sacarse el título de secundaria (el equivalente al graduado escolar) y los que aprenden a leer y a escribir (alfabetización neolectores) como Encarna Ortuño, sevillana de 68 años: "En mis tiempos no se podía ir a la escuela. Estaba lejos y no había autobús. Lo que no aprendí de niña, lo aprendo ahora", dice contenta. Desea "de corazón" que se reanuden las clases pronto: "Antes no sabía nada y ahora sé lo que leo. Y también hago cuentas... No nos pueden quitar esta ilusión", se queja.
Las cartas de denuncia, con fecha del 24 de enero y del 22 de febrero explican al detalle la situación: "Para llegar al centro debemos atravesar dos y hasta tres carreteras, dos de ellas vías rápidas de acceso a Sevilla por la zona norte. En el trayecto no hay luz eléctrica. Todo ello hace muy peligroso el regreso al barrio teniendo en cuenta que las clases se realizan de noche". Dolores Contreras, una de las dos profesoras del centro, se lamenta: "De los 80 matriculados no acuden ni la mitad".
Desde la Junta de Andalucía responsabilizan al Ayuntamiento. Desde éste insisten en que la Junta podía haber actuado antes. Dos versiones de una justificación. La Junta asegura que cedió el edificio del antiguo instituto de San Jerónimo para albergar el centro de adultos. El Ayuntamiento replica que ese edificio está muy deteriorado y necesita una gran reforma. Además señala se destinó a fines educativos pero no específicamente a un centro de adultos. "Se largan la pelota de uno a otro", concluye la profesora.
Miguel Angel Garfia, director del centro, ofrece una solución "provisional": usar la planta de abajo. "Pero es un gimnasio, no hay pizarra y además no podemos echar a los que ya están ahí", protesta Dolores. "¡Y llevamos 17 años de provisionalidad!", se enfada más: "Ahora nos mandan 12 ordenadores que ni hemos sacado de las cajas". La interrumpe Encarna: "¿Pa qué los queremos, Lola? ¡Si no conseguimos ni aprender a leer!".
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