Normalidad, paraguas y PDA

"Termino mi turno en dos horas y me voy a votar". Eduardo, 32 años, barrendero en las calles de Bilbao, lo tiene claro: "Voy a ir porque si no después no podré quejarme si gana el partido que no quiero". Al igual que él, la gran mayoría de 1.781.120 vascos incluidos en el censo electoral acudieron a las urnas sin que se registraran demasiadas incidencias no vinculadas a actuaciones de la izquierda abertzale.

Una climatología cambiante, que tan pronto descargaba lluvia como iluminaba el cielo, obligó a más de uno a pasear con el paraguas en la mano y a otros a maldecir por haberlo dejado en casa. La gran novedad fue el uso de terminales PDA en los colegios electorales para transmitir con mayor agilidad los datos escrutados en cada mesa.

En el aire de la jornada revoloteaban aún las palabras de Sandra, la hija del asesinado Isaías Carrasco, llamando a todos a ir a las urnas. "Pero no creo que cambie el voto de nadie, yo ya lo tenía decidido", cuenta en la capital vizcaína Elvira de 23 años, quien al igual que gran parte de los jóvenes fue a votar pasado mediodía. La mañana fue de los mayores, que siguen siendo los más empeñados en cerrar bien las cortinillas de la cabina cuando eligen su voto.

"Jodida papeleta", refunfuñaba un elector intentando domar la amplia papeleta del Senado para introducirla en el sobre. El tamaño de éstas causó algún percance, debido a que sus urnas se iban llenando más rápido de lo previsto. Estas papeletas también dieron que hablar en Vitoria, informa Eduardo Azumendi, donde el PP solicitó que se cambiaran varias de ellas mal cortadas en las mesas de los colegios Luis Aramburu, Samaniego Ekialdea y del Polideportivo Arriaga. El fallo de impresión afectaba a los candidatos de varias formaciones, entre ellas la popular. Fueron sustituidas, aunque el PP denunció los hechos ante la Junta Electoral de Álava.

Al igual que en Bilbao, sólo las pequeñas historias aportaron algo de picante a la jornada de la capital alavesa. "Ni siquiera me han pedido un autógrafo", bromeaba el lateral derecho del Deportivo Alavés, Edu Alonso, vocal en un colegio del barrio de Ariznavarra. Al secretario general del PP de Álava, Carmelo Barrio, le tocó la presidencia de una de las mesas casualmente elegidas por una docena de vitorianos para ceder sus votos de forma simbólica a inmigrantes.

En San Sebastián, los colegios abrieron puntuales, informa Mikel Ormazabal. La anécdota del día se produjo en la Escuela de Magisterio, donde iba a votar muy temprano la presidenta del PP vasco, María San Gil. Cuando todos los fotógrafos esperaban su llegada, apareció Josu Jon Imaz, ex presidente del PNV, que depositó el primer sufragio en esa mesa.