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ELECCIONES 2008 | Campaña electoral

ETA enluta la recta final de una campaña altamente polarizada

La pugna PSOE-PP ha apagado la presencia de los demás partidos

El País

ETA puso ayer un marco de luto a la fotografía de la campaña electoral, que tuvo un abrupto cierre, horas antes de la clausura oficial, en señal de duelo por el asesinato del ex concejal socialista de Mondragón Isaías Carrasco. Acababa así en Euskadi la campaña de unos comicios que han sido más generales que nunca. La dimensión autonómica de las elecciones se ha visto seriamente debilitada, pese a los intentos denodados de los partidos de ámbito exclusivamente vasco por hacer oír su mensaje en medio del duelo PSOE-PP, o más exactamente, Rodríguez-Zapatero Rajoy. Las dificultades han efectado especialmente al PNV, que ha pretendido salir del emparedado presentándose en ese registro que le es tan grato de portavoz de los intereses de Euskadi en Madrid. Lo ha conseguido a duras penas.

La izquierda 'abertzale' busca con la abstención atajar sangrías

Tras corregir el mensaje inicial de que les daba igual que ganara Rajoy o Zapatero, los peneuvistas han puesto el énfasis en conseguir el mayor número de escaños y en desear que el PSOE gane con una insuficiente mayoría que ponga en valor su grupo en el Congreso.

Ser imprescindible constituye su baza para lograr que el nuevo presidente del Gobierno se avenga a abrir una negociación que encauce el "conflicto político vasco" incorporando el derecho a decidir. La hoja de ruta del lehendakari Ibarretxe ha estado flotando en su campaña, pero el PNV se ha esforzado en quitarle el hierro de su contenido y calendario prefijados, presentándola como una oferta de diálogo abierta. Esta indefinición ha restado presencia y fuerza a los mensajes de los peneuvistas, que han evitado las referencias a la consulta, pese a ser conscientes de que los resultados de mañana serán un test decisivo para valorar la viabilidad de los propósitos de Ibarretxe.

A diferencia del PNV, Eusko Alkartasuna ha enarbolado sin ningún complejo la bandera de la consulta y de la independencia con un objetivo nítido: desmarcarse con sus propuestas de las de su socio de gobierno y atajar un posible desplazamiento del voto nacionalista hacia el PNV por razones de utilidad. El partido de Unai Ziarreta necesita conservar su escaño de Guipúzcoa para confirmar que ha tenido sentido su apuesta de acudir a las elecciones sin el colchón de seguridad que le ha brindado el PNV hasta las últimas autonómicas.

La izquierda abertzale, por su parte, ha vuelto a demostrar su supeditación a los criterios de ETA al modificar sobre la marcha su respuesta inicial a la suspensión por el Tribunal Supremo del derecho de ANV a presentar candidaturas. El anuncio de que, pese a la ilegalización, habría en las urnas una "opción independentista", que apuntaba al voto nulo, fue sustituido sin mayores explicaciones por la consigna de la "abstención activa", santificada por un comunicado de la organización terrorista. Con esta fórmula la izquierda abertzale renuncia a contar sus fuerzas, lo que no es un signo de fortaleza, pero puede controlar en sus feudos que se dé un eventual trasvase de votos a otros partidos nacionalistas desde su base social más descontenta por la oportunidad que arruinó ETA de llegar a un final dialogado.

El PSE y el PP se han ceñido a los esquemas de campaña diseñados desde las sedes centrales de ambos partidos, sin introducir apenas modulaciones destinadas al ámbito vasco. El pulso entre Zapatero y Rajoy lo ha dominado todo. Los populares han puesto el acento en las supuestas cesiones del candidato socialista a ETA y los nacionalistas, así como en la dilapidación de saneada herencia económica recibida. Los socialistas, por su parte, se han esforzado en la defensa de la gestión del proceso de paz de Zapatero, sabiendo que ha tenido buena acogida en Euskadi, y en vender los aspectos sociales de la gestión del Gobierno. Los candidatos del PSE, reforzados por pesos pesados del partido matriz, han buscado sobre todo el choque con los populares y sólo de refilón han dirigido sus baterías contra el PNV, quizás para no entorpecer que votantes no militantes de este partido pudieran optar por Zapatero.

En un esquema de tanta polarización, incrementada por los dos debates televisados, los partidos más pequeños, como Ezker Batua, Aralar -ambas formaciones no llegaron a un acuerdo para ir en coalición- y UPyD, han tenido serios problemas para publicitar sus programas y proponerse como opciones con posibilidades de sacar escaño.

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