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Reportaje:ELECCIONES 2008 | ETA irrumpe en el cierre de campaña

La venganza contra Zapatero

La banda amenazó con atentar en elecciones si no se aceptaban sus propuestas

El atentado mortal de ETA, ayer, en Mondragón (Guipúzcoa) contra el militante socialista Isaías Carrasco no sorprendió ni a La Moncloa ni a la dirección socialista. El asesinato de ETA es una venganza anunciada de la banda contra el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, por el frustrado proceso de final dialogado del terrorismo. ETA advirtió el pasado 5 de enero en Gara, tras el atentado contra la sede socialista de Balmaseda (Vizcaya), que "los militantes del PSOE deberían reflexionar sobre las consecuencias que acarrean para todos estas situaciones".

Unas líneas antes, ETA se había referido a "estas situaciones": "Zapatero ha tomado la misma senda de González y Aznar. Ha perdido una oportunidad inmejorable para reformar el Estado fascista que gobierna". Y lo explicaba: "Esto fue lo que pudimos comprobar en el proceso de negociación. Entraron en el mismo con objetivos malintencionados y no tuvo recorrido. Desde entonces, tal y como han proclamado repetidas veces, han vuelto a mantener su apuesta basada en la represión".

ETA amenazó a Zapatero por tomar "la misma senda de González y Aznar"
Batasuna alardeó de las consecuencias que tendría la vuelta del terrorismo
La elección de una víctima tan fácil pone en evidencia la debilidad de ETA
La banda sólo ha podido mantener operativo al 'comando Vizcaya'
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ETA volvía a la carga contra los socialistas: "Hacemos un llamamiento a los militantes del PSOE a que pregunten al ministro Rubalcaba, al presidente Zapatero o a fascistas como Ares hasta dónde están dispuestos a llegar en sus prácticas represivas". Esta última comunicación fue el ataque más preciso de la banda contra los socialistas.

Desde el comunicado reivindicativo del atentado de la T-4, en enero de 2007, la banda ha responsabilizado permanentemente del fracaso del proceso al PSOE, al PNV, a Zapatero, a Pérez Rubalcaba y a Josu Jon Imaz. E incluso cuando responsabilizó a la prensa, en el Zutabe de septiembre, citó a periodistas de dos diarios que apoyaron, con alguna reserva, el proceso de final dialogado del terrorismo: El Diario Vasco y EL PAÍS. Nunca citó a medios y periodistas que boicotearon desde el principio del proceso.

La banda, antes de cometer el asesinato de ayer, ya había atentado contra varias sedes socialistas y contra la Ertzaintza (policía autónoma Vasca) a la que identifica con el PNV.

Tanto ETA como Batasuna lanzaron advertencias en esta dirección en la fase terminal del proceso de final dialogado del terrorismo. Llegaron a alardear ante los socialistas de que tenían a Zapatero muy comprometido, porque si rechazaba sus propuestas y el terrorismo regresaba perdería las elecciones ante la posición tan beligerante del PP. "Zapatero tiene una bomba bajo sus pies", dijo la representación de Batasuna a la del PSE poco antes de que se rompieran las conversaciones entre los partidos vascos, a finales del otoño de 2006.

ETA, efectivamente, ha consumado su particular ajuste de cuentas contra Zapatero, concretado en uno de los suyos, por el fracaso del proceso. Pero, pese a haberlo conseguido, no puede ocultar la evidencia de que atraviesa el momento de máxima debilidad operativa de su historia.

La primera constatación de ello se encuentra en el hecho de haber elegido una víctima como Isaías Carrasco, un concejal socialista de Mondragón hasta mayo de 2007 a quien se había retirado la escolta hace poco más de un mes, lo cual le convirtió en presa más fácil para los asesinos. Los sucesivos atentados contra agentes de la Ertzaintza que le precedieron, todos ellos fallidos, dejan esa impronta de gente inexperta aunque peligrosa, que hoy transmiten los comandos etarras.

Todo indica que el atentado es obra del comando Vizcaya que se mueve por el corredor interno del País Vasco que discurre entre Durango, Elorrio y Mondragón. Se trata del único grupo armado que ETA ha podido mantener operativo frente a la presión policial que siguió al atentado de la T-4. Y en el que se ha apoyado para llevar a cabo la ofensiva que siguió a la ruptura de la tregua, neutralizada por la eficacia policial: las fuerzas de seguridad detuvieron a cuatro comandos antes de que llegaran a atentar. Y aunque la banda intentó poner siete coches bomba, sólo lo lograron una vez mientras fracasaron en seis.

Si se compara la ofensiva que inició ETA tras romper la tregua de Lizarra en enero de 2000 con la que ha podido llevar a cabo desde el pasado año, los resultados muestran hasta qué punto ha menguado la banda. Entonces, al menos doce comandos de ETA llevaron a cabo atentados, dentro y fuera del País Vasco. Tras la última tregua, tan sólo dos, el comando Vizcaya y el comando Elurra, autor de la bomba de Barajas y ya detenido, han logrado sus objetivos.

Pero la banda sigue impermeable a estas evidencias externas. Con este atentado ha puesto al pie de los caballos al ayuntamiento de Mondragón cuya regidora, Inocencia Galparsoro, de ANV, deberá optar por condenar o no el atentado.

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