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Londres descarta un referéndum sobre el Tratado europeo

Los laboristas logran frenar la propuesta de los conservadores

La Cámara de los Comunes rechazó anoche una propuesta del Partido Conservador para convocar un referéndum sobre la ratificación del futuro Tratado de Lisboa. La enmienda tory cosechó 248 votos a favor y 311 en contra, una confortable mayoría para el Gobierno de Gordon Brown.

Casi con las mismas cifras, los Comunes rechazaron luego la propuesta de un diputado laborista de convocar un referéndum sobre el tratado y también sobre la pertenencia británica a la UE.

La convocatoria de una consulta sobre la pertenencia británica a la UE fue rechazada

El Gobierno laborista ha salvado así uno de los tres obstáculos o peligros que afronta en el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa. El segundo es la posibilidad de que los Comunes, o más previsiblemente la Cámara de los Lores, aprueben alguna enmienda que no afecte al fondo del tratado pero sí a su aplicación en Gran Bretaña, lo que retrasaría el proceso de ratificación. El tercer gran peligro, aunque parece mucho menos probable, es que el Parlamento británico modifique alguna parte esencial del texto, lo que no sería aceptable para el resto de socios de la UE y provocaría una nueva crisis europea. Si todo va bien, el proceso de ratificación debería acabar a finales de junio o principios de julio.

La votación de anoche fue precedida de un agrio intercambio acerca de la convocatoria o no de un referéndum entre el primer ministro, Gordon Brown, y el líder de la oposición, David Cameron, en la habitual sesión de control parlamentario de los miércoles. Luego, la cámara vivió un nuevo debate sobre el tratado, el número 11 desde que empezó el proceso de ratificación. Hasta ahora, los debates han suscitado muy poco interés en los medios. El Gobierno ha adoptado la táctica de dilatar el proceso de ratificación en el Parlamento, en parte para dejar claro que los diputados tienen todo el tiempo que necesiten para estudiar el tratado y en parte porque la discusión línea a línea no tiene ningún interés informativo.

El debate de ayer, en cambio, tenía el morbo de centrarse en la polémica cuestión del referéndum. Los diputados conservadores pusieron en aprietos al jefe del Ministerio de Exteriores, David Miliband, con las manos atadas por el compromiso de Tony Blair de ratificar el tratado mediante referéndum, reiterado por los laboristas en su programa de las últimas elecciones. Miliband apenas se salió del conocido guión de que el Tratado de Lisboa ya no tiene el carácter constitucional del proyecto anterior y de que el Reino Unido ha negociado un tratamiento especial en las materias más delicadas, lo que hace innecesaria la consulta popular.

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Pese a su vehemencia, los conservadores tampoco pudieron exponer ningún argumento de peso a favor del referéndum, aparte del viejo compromiso de los laboristas de convocarlo: también ellos están encadenados al pasado porque jamás optaron por la vía del referéndum para ratificar tratados de mucho más calado, desde el Acta Única a Maastricht, y ayer no fueron capaces de explicar en qué es este tratado más trascendente que aquellos.

En realidad los tories quieren un referéndum porque están seguros de que los británicos votarían contra el Tratado de Lisboa. Su argumento de fondo es que las sucesivas reformas han acabado por cambiar la esencia del proyecto europeo, haciéndolo más político y menos económico que cuando ingresó el Reino Unido. Pero la víspera se opusieron a la agresiva propuesta de los Liberales Demócratas de convocar un referéndum no ya sobre el tratado, sino sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea. Los liberales-demócratas, que siguen siendo un partido profundamente europeísta, creen que los británicos volverían a decir sí a Europa, como hicieron en 1975, y eso debilitaría durante años el permanente euroescepticismo no ya de los tories sino de la mayor parte de la prensa británica.

El primer ministro británico, Gordon Brown, ayer en la Cámara de los Comunes.
El primer ministro británico, Gordon Brown, ayer en la Cámara de los Comunes.REUTERS

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