"Porque sueño, no estoy loco"
El hospital Macarena de Sevilla inaugura el cuarto ciclo de Cine y Salud Mental
"Porque sueño, yo no lo estoy [loco]". Léolo, un niño canadiense de nueve años, repetía obsesivamente esta frase al principio de la película que se presentó ayer en el hospital Virgen Macarena de Sevilla. Se celebraba el cuarto ciclo Cine y Salud Mental. Muchos de los casi cien espectadores (la mayoría familiares de personas con trastornos mentales) fruncían el ceño ante las primeras imágenes de este filme onírico, duro y, como dijo una asistente, "incomprensible".
El psiquiatra José María López Sánchez, coordinador de psicoterapia del hospital de día de Granada, lleva desde 1986 atendiendo a esquizofrénicos. Utiliza la película Léolo (Jean-Claude Lauzon, 1993) para el vídeo fórum de los jueves con sus grupos de trabajo. "El cine está lleno de cuestiones psicológicas y psicopatológicas que mueven nuestro mundo interno. Nos hace pensar sobre el funcionamiento del alma humana", explicó.
Algunas escenas desagradables (como los abusos sexuales del abuelo de Léolo a una menor) arrancaron protestas del público en forma de ruidos y retorcimientos varios. Léolo había nacido en una familia de dementes y necesita crearse un mundo alternativo. Escribe sin parar en un cuaderno para evadirse de la tragedia pestilente de su vida. Mientras mira a su padre, obeso, sentado en el baño, escribe: "Dicen que es mi padre pero no me lo creo. El está loco y yo no".
"La fabulación delirante de Léolo, que padece una personalidad esquizoide, es su forma de cubrir el hueco fundamental de su vida: la palabra del padre", afirma López Sánchez. Los asistentes, casi en su totalidad mujeres, protestaban al final del coloquio: "Con las burradas que han hecho nuestro padres. ¡Y aquí estamos!. López Sánchez contestaba tranquilo: "La identificación de Léolo sería posible con una figura paterna fuerte, aunque fuera un tío o un vecino, pero no encuentra a nadie. La madre ayuda muchísimo pero lo esencial era el padre". El niño se refugia donde puede. "Mi soledad es mi palacio", escribe.
La asociación de allegados de enfermos esquizofrénicos (AESENES) organiza este ciclo con el hospital. Rocío, su presidenta, explicaba ayer que hay que sensibilizar a la población sobre la importancia de comprender y respetar a quienes padecen alguna enfermedad mental. Todavía se proyectarán tres películas más, siempre los martes (www.asaenes.org). Antes de que se encendiera la luz de la sala, se escucha a Léolo, desde lejos: "porque me asusta amar, ya no sueño". Y se pierde, quizás para siempre, en su delirio.
Una madre con miedo
Un cuchillo en la puerta de su habitación. "Lo puso anoche mi hijo, esquizofrénico, que lleva meses sin medicarse".
Una de las asistentes al ciclo de cine buscaba ayer consuelo en otras madres. Les confesaba, medio escondida, que tenía miedo. Y ellas la miraban desde dentro del drama. El hijo, de 44 años, la lleva amenazando varios meses. "El otro día prendió fuego a su casa", descubre una de las amigas.
Su marido ya la maltrataba y a los 24 años perdió el pelo. Por ansiedad. Lleva toda la vida cuidando a su hijo, que tuvo el primer brote a los 17 años. "Siempre que intento ingresarle, me dicen que necesito su consentimiento". El máximo es 20 días. "He ido a hospitales, a trabajadores sociales, a la policía... ¿dónde me queda acudir para pedir ayuda?". Se echa a llorar: "Sé cuando me van a escuchar, cuando ya esté muerta".
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