¡Qué gráficos tenía don Mariano!
Como no se entiende que a Rajoy se le perciba, en los debates y en las encuestas, como perdedor aunque parezca que va ganando, ayer desayuné con una couch para intentar que me explicara el fenómeno, por qué ese hombre no traspasa, cuando desplaza tanto. Y me dijo que lo que ocurre con el líder de la oposición y candidato a la Presidencia del Gobierno es que no ha dado un paso, aún, en la dirección correcta, que es, este es el lenguaje de la couch, "la zona de aprendizaje".
La zona en la que está instalado Rajoy es la zona del confort; se siente cómodo con lo que sabe. A su alrededor, además, le dicen que así como es "es él mismo"; la bendición universal con que le reciben los suyos le ayuda a instalarse en esa zona, que es la que le acolcha en los mítines y luego le susurra la bondad de su discurso. Antes del desayuno con esta entrenadora personal escuché la radio de los obispos, donde a ZP le llaman de todo menos bonito, y donde a Felipe González llaman "delincuente", lo cual no debe parecer un insulto a los que se asustan cuando el ex presidente dice la palabra imbécil, y allí estaba de contertulia Esperanza Aguirre. La couch aún no me había dicho nada de "la zona de confort", pero entendí el concepto cuando recordé lo que dijo, henchida de orgullo y de amor al líder, la mujer que no puede ver de cerca a Ruiz-Gallardón. Dijo Esperanza, refiriéndose a la justa de la noche anterior: "¡Y qué gráficos tenía ayer don Mariano!".
Se lo conté a la couch, y me dijo: "Pues por ahí van las cosas". Nadie le dice al aspirante que para derrotar a su contrincante sería bueno que se adentrara en "la zona de aprendizaje", que alguien le clavara alfileres en la pituitaria de la autocrítica, y que luego se atreviera con "la zona de pánico", que es ya el no va más de las zonas. Sólo haciendo ese viaje logrará permear en las correas de ventilación del contrario. Si no, y estas son palabras de la couch, "seguirá viendo el mundo de la misma manera y repitiendo los errores una y otra vez".
Rajoy ve la realidad que ve, niña incluida, y ése que a lo mejor no le enseñan sino la que lleva en esos gráficos que Esperanza Aguirre destacaba ayer como si en lugar de unos papeles pintados su presidente hubiera acarreado unos dibujos de Picasso, que también fue gallego. Ah, y llamé al escritor que el otro día me dijo que Zapatero le había parecido un cura obrero para que me contara cómo lo vio en este nuevo debate. "El gato con botas, me pareció El gato con botas". Es curioso, gato, como Elvis, el gato músico de Sabina, con quien habíamos visto el debate.
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