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Reportaje:

"¿Qué es un antifascista?"

Lavapiés despierta con varios coches quemados tras los disturbios

Elena G. Sevillano

Chakib oyó ruido de sirenas y helicóptero. Mucho jaleo en la calle. Alguien en el bar dijo que en Ribera de Curtidores estaban quemando contenedores. Que se enfrentaban fascistas contra antifascistas. Pero él no tiene muy claro lo que son ni unos ni otros. "Yo sólo sé que nos han destrozado el coche", se lamentaba ayer este marroquí de 38 años que vive en Lavapiés con su mujer, Naima, y sus dos hijos. Una llamada del 112 les alertó ayer de que su coche, aparcado en la calle de Embajadores, a pocos metros de su casa, había ardido. Sólo el suyo, un Opel Corsa del 94. El resto, intactos. El seguro les confirmó ayer mismo que su póliza no cubre el incendio.

Las calles de Lavapiés y La Latina que fueron escenario de la batalla campal amanecieron casi recuperadas. Nuevos contenedores de reciclaje lucían en lugar de los que habían sido quemados. Ni rastro de los cristales y las piedras que lanzaron a la policía los jóvenes antifascistas. La oficina del Deutsche Bank a la que habían roto todos los escaparates ya tenía lunas nuevas. Sí quedaban algunas huellas de plástico quemado -todavía malolientes- en la calzada. Y varios baches nuevos en Mesón de Paredes y Juanelo: la prueba de que los radicales arrancaron adoquines para usarlos contra los antidisturbios.

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Carlos, de 26 años, también encontró una prueba, en este caso de que la policía había usado gases lacrimógenos: un bote vacío dentro de su coche. La luna trasera quedó hecha añicos por el impacto. El destrozo lo completaban una ventana rota -cree que fueron los bomberos, porque el coche, aparcado en Duque de Alba, apareció encharcado- y una pedrada en la luna delantera. "Es una putada", se lamentaba ayer al descubrir, alertado por la Policía Municipal, que se había quedado sin coche para ir a trabajar. "Fue una provocación permitir un mitin de grupos extremistas. Pienso reclamar al Estado", protestaba convencido mientras grababa en vídeo el desastre.

"Fue una provocación"

"Queríamos evitar que se los fascistas se manifestaran", justificaba ayer Raúl (nombre ficticio) en un restaurante de Lavapiés los disturbios callejeros en los que había participado la noche anterior. Junto con otros siete jóvenes, comentaba la "provocación" del acto electoral de los neonazis y aseguraba que "a la derecha le interesaba que hubiera disturbios para poder hablar de inseguridad".

Ellos se enteraron de la protesta por carteles en el barrio, aunque páginas web como nodo50.org, kaosenlared.net y otromadrid.org suelen publicitar las convocatorias. La del viernes la organizaba la plataforma Madrid Antifascista. "Los disturbios no estaban organizados", repetía Raúl. "Pero es normal que reaccione si empiezan a lanzarme pelotas de goma". Empezó la policía, asegura. Ayer quedaron en libertad los dos menores, de 14 y 17 años, detenidos tras los altercados. Los otros cinco pasan hoy a disposición judicial.

Ventanilla rota de un turismo aparcado en la calle del Duque de Alba, tras los disturbios.
Ventanilla rota de un turismo aparcado en la calle del Duque de Alba, tras los disturbios.SANTI BURGOS
Chakib, Naima y sus hijos, frente a su coche, que fue  incendiado en la calle de Embajadores.
Chakib, Naima y sus hijos, frente a su coche, que fue incendiado en la calle de Embajadores.S. B.
Al parecer, no hubo un enfrentamiento directo entre los grupos antisistemaVídeo: ATLAS

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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