Segundo contratiempo en el nuevo Prado
Un fallo del sistema de climatización obliga a cerrar cuatro horas las salas de pintura del siglo XIX
El sistema de climatización de la ampliación del Museo del Prado dio ayer un buen susto a los responsables de la pinacoteca. Una caída de tensión interrumpió su funcionamiento. Y se alteraron las condiciones de humedad relativa idóneas para la conservación de las obras que se exhiben en las tres salas del edificio proyectado por el arquitecto Rafael Moneo. El director de la pinacoteca, Miguel Zugaza, tomó la decisión extrema de cerrar los espacios hasta que se subsanaron las consecuencias del fallo de suministro eléctrico.
Según Zugaza, la avería fue detectada hacia las 13.30 de ayer y, tras comprobarse la presencia de gotas de humedad condensada en las ranuras de climatización -que discurren por el techo, en paralelo a los raíles de iluminación- se decidió el cierre de las salas como medida de "prudencia" hasta que se recuperaron los niveles de humedad adecuados. "Les garantizo que las obras nunca han estado en peligro", insistió Zugaza ante los medios de comunicación convocados en la mezzanina del nuevo edificio.
Hacia las 17.30 y una vez recuperados los niveles de humedad relativa adecuados, se decidió reabrir las dos salas situadas en la planta baja, añadió el director del museo. Por el contrario, se decidió mantener cerrado el tercer espacio, situado en el segundo piso, ya que en él se había registrado el mayor aumento de humedad y descolgado una veintena de obras -del total de 40 exhibidas en esta sala- que fueron trasladadas a los almacenes del museo, situados en los niveles subterráneos de la ampliación. "Por extremar la cautela", según el director del museo. Algunas obras permanecían ayer, a última hora de la tarde, cubiertas con un material protector. Todas las piezas, aseguró Zugaza, volverán a estar en su sitio hoy, cuando la pinacoteca abra sus puertas a las 9.00. El director del Museo del Prado indicó que las pinturas expuestas necesitan un nivel de humedad relativa de entre el 50% y el 55% para una temperatura de entre 21 y 23 grados. "Ha llegado a subir hasta el 60% y en ese punto hay que tomar una decisión", señaló Zugaza. El sistema de climatización instalado en las zonas de la ampliación es completamente nuevo.
Las tres salas afectadas, dedicadas a exposiciones permanentes, se estrenaron con la muestra El siglo XIX en el Prado, una selección de las obras que históricamente se habían alojado en el Casón del Buen Retiro y que no se exponían al público desde que se iniciaron las obras de rehabilitación de este anezo del Prado hace diez años. Las dos salas de la planta baja muestra obras de Goya y los periodos neoclásico y romántico, con el protagonismo de Federico de Madrazo y Eduardo Rosales, y la pintura de historia.
Junto a La marquesa de Santa Cruz, de Francisco de Goya, en estas salas se muestran, entre otras, La suerte de varas, Condenado por la Inquisición y condenada por la Inquisición, todas de Eugenio Lucas, uno de los principales seguidores del pintor aragonés, la monumentar escena de Doña Isabel la Católica dictando su testamento, de Rosales, que también está representado por su Mujer al salir del baño, considerado el desnudo más bello de la pintura española del siglo XIX. La sala que ayer no se reabrió al público recoge piezas del último tercio del siglo XIX, con una representación del paisaje realista, así como obras de Fortuny, Sorolla y Beruete. Así, los visitantes se quedaron sin poder contemplar los Chicos en la playa, de Sorolla, o los paisajes de Carlos de Haes.
El museo se comprometió a regalar una entrada a los visitantes que fueron desalojados ayer del Prado y permitió el acceso gratuito a todos los que llegaron a la pinacoteca después del cierre de las salas.
El incidente de ayer no es el primero que se registra durante el rodaje del edificio de la ampliación. El pasado enero, el museo anunció que sería necesario sustituir algunas de las baldosas que cubren el pavimento. La ampliación del Museo del Prado, controvertida desde sus orígenes, pues se construyó sobre solar del claustro ruinoso de la vecina Iglesia de los Jerónimos, fue inaugurada el pasado 30 de octubre tras cinco años de obras que tuvieron un coste de 152 millones de euros.
Suelos que se deshacen
El pasado enero, el Museo del Prado anunció que será necesario ir cambiando paulatinamente las baldosas que cubren el suelo de la ampliación. Fabricadas con piedra caliza de la localidad madrileña de Colmenar, están sufriendo, a tan sólo cuatro meses de su inauguración, el desgaste de las pisadas de los visitantes. Han aparecido oquedades o coqueras, más propias de las rocas de tipo muy poroso. Algunas hasta han debido ser rellenadas con una masilla que ha tenido sobre el conjunto un efecto ciertamente antiestético.
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