Recuperación de la autoestima
¿Por qué, tras las primeras elecciones democráticas, las del 15 de junio de 1977, hubo un impulso tan fuerte y, sobre todo, tan continuado en Andalucía para ejercer el derecho a la autonomía? Porque impulso fuerte lo hubo también en otras regiones. Las manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 no tuvieron lugar exclusivamente en Andalucía, aunque aquí tuvieron una intensidad superior a las del resto de Estado. Pero lo que diferenció a Andalucía de las demás regiones fue la continuidad del impulso. Después del 4 de diciembre de 1977, vino el Pacto de Antequera de 1978, en el que todos los partidos andaluces, UCD incluida, pactaron la iniciativa autonómica por la vía del artículo 151 de la Constitución y después vino a lo largo de 1979 la aprobación por prácticamente todos los municipios y diputaciones de resoluciones en ese sentido. Este impulso prolongado es lo que permitió que en enero de 1980 Andalucía fuera la única región en la que se había recorrido el camino previsto en el artículo 151.1 CE y que, como consecuencia de ello, se tuviera que convocar el referéndum del 28-F. El 28-F no fue una casualidad. Fue el resultado de tres años de voluntad autonomista prácticamente unánime.
La primera respuesta a este interrogante es casi obvia. Los dirigentes de los distintos partidos estuvieron a la altura de las circunstancias, supieron interpretar adecuadamente la demanda de autonomía que estaba presente en la sociedad andaluza y supieron canalizarla en el nuevo marco democrático que la Constitución ofrecía. La diferencia entre Andalucía y otras comunidades es que los políticos andaluces lo supieron hacer mejor que los demás. Andalucía no estaba mejor posicionada para el ejercicio del derecho a la autonomía que las demás. Al contrario. Fue una línea política consistentemente impulsada la que posibilitó que Andalucía se situara en el 151 CE.
La consecuencia más importante de nuestra equiparación con Cataluña y País Vasco en la vía de acceso a la autonomía fue la recuperación de la autoestima. Iñaki Gabilondo recuerda con frecuencia que lo que más le sorprendió cuando vino a dirigir Radio Sevilla en la primera mitad de los setenta fue la percepción de la bajísima autoestima de los andaluces. Entonces puso en circulación la frase: "Andalucía es una tierra antigua, grande, hermosa y sabia. Siéntase orgulloso de ser andaluz".
Este sentimiento de orgullo empezaría a recuperarse a finales de la década y con esa recuperación empezó el ejercicio del derecho a la autonomía y la transformación de nuestra tierra a través del ejercicio de dicho derecho.
El camino que se ha recorrido ha sido enorme. En los barómetros que EL PAÍS ha publicado con motivo del 28-F en los últimos años, los ciudadanos andaluces han puesto de manifiesto que no consideran que en Andalucía se viva peor que en cualquier otro sitio de España. Esto hubiera sido inimaginable hace treinta años.
Los andaluces siempre hemos tenido referencias de nuestra posición en el conjunto de España. Y sabemos perfectamente cual era esa posición cuando muere el general Franco y se inicia la transición a la democracia y cual es nuestra posición hoy tras más de treinta años de democracia y más de veinticinco de ejercicio del derecho a la autonomía. Por eso no resultan creíbles los discursos esquizofrénicos, en los que, por una parte, se nos dice que Andalucía es la mejor región de España, para a continuación decirnos, por otra, que todo es un desastre. Los candidatos de PP, IU y CA deberían reflexionar sobre ello. El desconocimiento de la realidad no conduce a ninguna parte.
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