"El paro nos cuesta 80 euros al día"
Madrugada con los piquetes en la tercera jornada de huelga de los autobuses
"Díselo a mi Pepa, que le quedan 10 euros". Manolo lo suelta tal cual. No dice "pérdida de poder adquisitivo". Habla del susto que se llevó el otro día cuando fue al mercado y se gastó "veintitantos euros" en unos tomates y algo de frutas. "Niña, ¿tú sabes cómo ha subido la verdura?". Con la boina bien ajustada y las manos en los bolsillos, el trabajador que ha acudido a apoyar la huelga mira por encima de sus gafas. Explica que tiene 53 años y 27 de conductor en la Empresa Municipal de Transportes (EMT), asegura que gana 1.500 euros "limpios". "Haz las cuentas, 800 para la hipoteca y el resto para mí, mi mujer y el perro... a mi Pepa sólo le quedan 10 euros para acabar el mes".
"Quiero mamparas para no tener que escuchar a nadie", pide un conductor
Con el vaho en las bocas, hablan de dinero y de horarios imposibles
"Aguantaremos hasta tener nuestra parte del pastel", afirma otra chófer
A su espalda, una hoguera para despistar al frío que se pega a las manos al filo de las seis y media de la mañana. Trabajadores sin servicios mínimos y piquetes de una plantilla de 7.700 empleados (5.500 conductores) acuden por goteo a la acera situada frente a la puerta de la cochera que la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Carabanchel. Se reúnen unos 150 al inicio del tercer día de huelga, con dos paros parciales de dos horas y media. Ambiente tranquilo. Cruce de saludos entre los que suben a los autobuses y los piquetes que van a controlar los servicios mínimos del 40 al 60%.
Con el vaho saliendo de las bocas, hablan de dinero, de horarios "imposibles de cumplir", de usuarios que se les encaran cuando se bajan para ir al baño, de pequeños y grandes asuntos que les mantienen en pie de guerra. Expresiones mundanas con las que explican las reivindicaciones principales: un plus de 180 euros, media hora de descanso y más seguridad.
No se oye ni un mal grito durante la mañana. Aunque hayan pasado ya tres días, aunque todos opinen que "va para largo" un conflicto que la Comunidad de Madrid tacha de huelga política. Alfredo, sindicalista, niega con la cabeza en la puerta de la cochera. "¿Cómo vamos a querer mantener esto? Perdemos 80 euros al día", pregunta. Esa cantidad resulta, según explican después los sindicatos, de descontar la parte correspondiente del salario y el porcentaje de pagas extras y de cotización a la Seguridad Social.
A Enrique, con barba de tres días, el dinero no le preocupa tanto. Forma parte de una estrategia. "Sé que pedimos más para que luego se quede en menos". Él protesta por las condiciones de trabajo. Es correturnos y cambia a menudo de horario y de línea. "Te avisan un día y medio antes de que vas a un recorrido nuevo y muchas veces ni siquiera te lo conoces". Su jornada salta a veces de las 5.30 a las 8.30, con pausa hasta el mediodía y vuelta al tajo. Si entra a mediodía, se come el bocadillo mientras conduce. Los horarios y los turnos partidos están en el centro de la negociación. Para eliminar los correturnos en fin de semana que tanto fastidian a Enrique. Para ajustar las frecuencias a cada línea.
Al filo del amanecer, inspirado por el corrillo y por los nuevos troncos que alimentan la lumbre, otro conductor lo explica en una frase: "Tu jefe es un cartón, no hay más jefe que ese". El famoso cartón, del que habla con desprecio más de uno, es un trozo de folio plastificado -uno por cada coche- que marca frecuencias, horario de salida, de llegada... "Y si pone a las 11.02, es eso, a las 11.02, ni un minuto antes ni después", añade otro.
José Luis, con 31 años de oficio a las espaldas, explica con aspavientos que es imposible cumplir las frecuencias que marca el papelito, que viajan "con el tiempo pegao" y no les queda tiempo "ni para mear". Y que "claro, ¿a quién se queja la gente? Al conductor, siempre al conductor". Y varios comentan que están "vendidos", que los llaman "sinvergüenzas", que hay usuarios "muy maleducados". Y piden más seguridad. "Yo quiero una mampara, una burbuja que me aísle para no escuchar a nadie", describe José Luis apoyado en una señal de tráfico.
La cuestión de las mamparas, según la empresa, está en vías de solución. Los nuevos pedidos de vehículos incluyen ese elemento. "Pero no todos los conductores las quieren", señala un portavoz de la EMT. Los sindicatos lo admiten. Mitad a favor y mitad en contra. "Esto es como el casco del obrero. No le gusta pero debe llevarlo por seguridad", zanjan.
Casi son las nueve de la mañana. Los autobuses que tenían que salir de Carabanchel ya están en la calle. El lunes, la empresa llamó a capítulo a los sindicatos por hacer "revisiones exhaustivas" de cada vehículo, que retrasaron varias horas el servicio. Ayer no hubo tantas dificultades, según explican desde la EMT, sólo retrasos puntuales en la salida de algunos coches. Se registraron 12 roturas o pintadas en espejos en las cocheras de La Elipa y Entrevías, nada en Carabanchel, donde la gente queda para otro día. ¿Y hasta cuándo? "Hasta que nos den la parte del pastel que nos toca", concluye otro trabajador.
La EMT rechaza que sus trabajadores hayan perdido poder adquisitivo
Los trabajadores de la EMT en huelga reclaman un plus de 180 euros mensuales, entre otras medidas económicas, porque sienten que pierden poder adquisitivo. Pero la empresa señaló ayer que sus 7.700 empleados han registrado subidas correspondientes al índice de precios al consumo o superiores desde 2004. Su paga de este mes incluye "unos 700 euros brutos" correspondientes a la cláusula de revisión salarial de 2007 por la desviación del IPC. "No han perdido ningún poder adquisitivo", dice un portavoz de la EMT. Los sindicatos admiten esos incrementos "que nada tienen que ver con la subida real de la vida" y argumentan, una vez más, que los mandos de la empresa (unos 600 empleados) sí obtuvieron un plus con el anterior convenio que ahora les niegan a ellos.
La empresa cifró en un 40% el seguimiento del tercer día de huelga, frente al 100% que anunció el comité. Las mismas cifras que en días anteriores. Las protestas continúan mañana con 24 horas de servicios mínimos desde la medianoche y una concentración en Cibeles a partir de las once de la mañana.
No hay fecha a la vista para negociar. Ambas partes se acusaron ayer de "no llamar" para ofrecer una nueva reunión que acabe con los paros que perjudican sobre todo a los usuarios, a quienes les toca salir antes de casa para llegar a tiempo al trabajo y aguantar las esperas en las marquesinas. "La pelota está en el tejado de los trabajadores porque les hicimos una contraoferta", dicen desde la EMT. "Su contraoferta no sirve para nada, nuestros compañeros no entenderían que cediéramos ahora para llamarles", responden los huelguistas.
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