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Tribuna:ELECCIONES 2008 | Campaña electoral
Tribuna
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El debate andaluz en la economía

Imagino que alguna explicación debe tener el que, tanto en el debate Zapatero-Rajoy, como en el andaluz, estructurados por bloques temáticos, se adjudiquen los primeros minutos a la discusión de las cuestiones netamente económicas. Tal vez se trate de una cortesía hacia el espectador evitando colocarle el tema potencialmente más árido al final.

Aunque también se me ocurre que, estando los debates pactados entre las fuerzas políticas, los candidatos convengan en quitarse el muerto de dar datos y mostrar gráficos cuanto antes, sabedores además de la exigencia y de los peligros de esta suerte, en la que, a lo sumo, se manejan a nivel de usuario. Mala táctica fue esa para el pasado martes, donde las cuestiones ligadas de la economía se adueñaron del intercambio entre candidatos.

Javier Arenas y Julián Álvarez optaron por glosar la foto fija que mejor les venía

Tal vez para evitar meteduras de pata, Arenas y Álvarez, a diferencia de un Chaves que documentaba minuciosamente sus afirmaciones, ni siquiera se tomaron la molestia de tirar de registros elaborados a la hora de hacer su diagnóstico de la economía andaluza. Ambos optaron por glosar la foto fija que mejor les venía, los malos indicadores socioeconómicos comparados con el de otros territorios, y sólo cuando se les apretaba optaban por, dándose cuenta de que no estaban en un mitin, admitir que se había crecido, aunque, eso sí, no lo suficiente. Y es que ellos aspiran a que seamos los primeros.

¿Cuáles son las propuestas para alcanzar esa excelencia de los aspirantes que se duelen de la situación actual? La de Arenas es, por encima de todas, la del manual del PP en sus campañas: la bajada de impuestos virtuosa, que impulsa la actividad económica y permite aumentar la recaudación. En mi opinión, para que esta promesa sea electoralmente eficaz exige una notable inversión de fe por parte de los votantes, que se sienten intuitivamente halagados por las rebajas pero no terminan de ver claro cómo el eliminar los impuestos sobre la riqueza, llámense Patrimonio o Sucesiones, van a significar realmente una mejora global para ellos.

Quiero decir, en los asuntos que tocan a la parcela económica, el ser capaz de dar argumentos contrastados es lo que hace que una propuesta merezca ser llamada por ese nombre. De hecho, rasgos como la seriedad y la circunspección, que suponen un lastre cuando el intercambio se centra en otras cuestiones, trabajan a favor del que los exhibe (véase el Solbes versus Pizarro). Las bromas, la demagogia (decir que el número de parados en Andalucía es el mismo que hace veinte años como si la población activa siguiese siendo la misma) y todo lo que se perciba como extravagante o poco elaborado (la idea de Álvarez de una renta social básica) son recursos que, aquí especialmente, terminan perjudicando al que tira de ellos.

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José Sánchez Maldonado es catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Málaga

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