La igualdad queda lejos de los museos vascos
Las nueva normativa no ha propiciado todavía la paridad en cuanto a la programación y a las compras de arte
Las mujeres son mayoría en los escaños del Parlamento vasco: 40 parlamentarias sobre un total de 75. En 1980 el Parlamento echó a andar con sólo cuatro mujeres; en la segunda legislatura hubo seis parlamentarias y en la tercera, siete. El cambio fue obligado: la Ley de Igualdad, aprobada en febrero de 2005, estableció que las listas electorales deben estar integradas, al menos, por un 50% de mujeres. El avance hacia la igualdad en la política no ha calado, sin embargo, en otros campos de la actividad en los que no hay normas que impulsen la presencia de la mujer.
Artium es la nota más destacada: ha comprado obra a 87 mujeres en 3 años
Los museos sostenidos con presupuestos públicos son un claro ejemplo. Los más importantes del País Vasco (el Guggenheim, el de Bellas Artes de Bilbao y el Artium) quedan lejos de la paridad entre mujeres y hombres.
Ni las compras de obras realizadas por mujeres, ni su peso en la programación se ha equilibrado respecto a la presencia masculina con el viento favorable de la Ley de Igualdad, aunque en los equipos directivos de los tres museos la presencia de mujeres es significativa. Y tampoco ha tenido repercusión en manifiesto por la igualdad, impulsado hace tres años en Arco. Más de un centenar de firmantes -entre ellos, la catedrática de Filosofía Moral y Política Amelia Valcárcel, consejera de Estado; Rosina Gómez Baeza, ex directora de Arco; y las artistas Cristina Iglesias, Esther Ferrer y Ouka Lele- reclamaban la puesta en marcha de políticas activas para evitar que la participación de las mujeres siga siendo anecdótica en los eventos artísticos que se sostienen con dinero público.
El manifiesto quiso agitar las conciencias con uno de los irónicos lemas utilizados por las Guerrilla Girls, el colectivo que desde hace más de 20 años lucha por dar visibilidad a las mujeres en el arte: "Querido coleccionista, ¿cuánto valdrá su colección cuando el sexismo no esté de moda?". Pero la demanda de medidas concretas, como la fijación de cuotas en las compras y la programación de exposiciones, cayó en el olvido.
Desde 2005, el Guggenheim no ha adquirido ni una sola obra de una mujer para su colección, ni ha organizado exposiciones edicadas en exclusiva a una artista. Las obras realizadas por mujeres han estado repartidas, en mayor o menor medida en las exposiciones temporales.
El Museo de Bellas Artes sólo ha incorporado a su colección en los últimos tres años obras de dos mujeres. Han sido las pinturas El comedor, de Mari Puri Herrero, adquirida en 2006, y La rosa de nada, de Susana Talayero, comprada en diciembre del año pasado. Las dos pinturas representan poco más del 12% del total de piezas adquiridas. La programación de exposiciones salva la participación de mujeres gracias a Kiss Kiss Bang Bang, una muestra que a través de 69 piezas de 44 artistas y colectivos, recorría cuatro décadas de arte y feminismo, entendido como "el último movimiento de vanguardia del siglo XX".
Artium ofrece un balance más positivo. En los últimos tres años el museo de Vitoria ha comprado obras a 87 mujeres, con lo que ha conseguido elevar al 30% la presencia femenina en su colección. Una norma no escrita establece que la programación reserve una exposición por año a una mujer. Empezaron en 2002 con Orlan. En años posteriores han expuesto Naia del Castillo, Jana Sterbak y Marina Abramovic, entre otras. La última ha sido Patricia Piccinini.
Más mujeres
- Ejemplos internacionales. La Tate Modern, de Londres, y el Moderna Museet, de Estocolmo, han manifestado su compromiso de comprar obras de artistas mujeres para reducir el desequilibrio de sus colecciones.
- Departamentos especializados. El Museo de Brooklyn, en Nueva York, inauguró el pasado año un departamento especializado en arte feminista.
- Centro Montehermoso, de Vitoria. Su director, Xabier Arakistain, ha hecho de la igualdad una directriz. Actualmente exhibe La mirada iracunda, con obras de 20 mujeres.
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