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Entrevista:JOE BATAAN | Músico de 'latin soul'

"Tuve mala suerte; me metí en callejones sin salida"

Diego A. Manrique

Joe Bataan puede haber nacido (1942) en el Spanish Harlem neoyorquino -y se ha movido toda su vida entre músicos hispanos-, pero pide que la entrevista se desarrolle en inglés; su español "es muy malo". Peculiar posición la suya: de padre filipino y madre negra, su música cae entre dos culturas, lo que explica que no le hagan hueco en las enciclopedias de uno u otro lado.

Pero ahora el viento sopla a su favor. La revalorización del bugalú y el latin soul, como músicas aptas para las modernas pistas de baile, ha potenciado su leyenda. Ya no depende de su empleo como consejero de jóvenes con problemas. Actúa por tres continentes y está preparando nuevo disco con Los Fulanos, la pletórica banda que le acompaña durante sus conciertos en Madrid (ayer) y Barcelona (hoy). Ambos, Los Fulanos y Bataan, trabajan con Vampisoul, el sello madrileño especializado en músicas de raíz negra.

No, explica con naturalidad, no existe la posibilidad de grabar con una compañía estadounidense: "Todavía soy un hombre marcado". Tenía Bataan la incómoda costumbre de enfrentarse a los disqueros y exigir royalties. Lo que resultaba peligroso si el mandamás en cuestión era Morris Levy, jefe de Roulette Records: "Hay un personaje en Los Soprano inspirado en él pero no reflejan todo lo intimidante que era".

Ésta no es una simple historia de villanos e inocentes: el propio Bataan estaba acostumbrado a caminar por el filo de la navaja. Cabecilla de una banda juvenil puertorriqueña, los Dragons, pasó años en un correccional por robar un coche: "No éramos una pandilla como las de ahora, simplemente defendíamos nuestro territorio". Cuando llegaron los conflictos con Fania, otra discográfica no habituada a pagar a sus artistas, montó un fugaz sello propio, Ghetto Records, con dinero prestado por un narco de Harlem. Pero su gran desafío al negocio musical llegó con Salsoul, compañía que eclipsó temporalmente a Fania al lograr introducirse en el mercado de la disco music.

Bataan suspira: "No me beneficié mucho de aquel boom. Fui un tonto y vendí barata mi participación a los otros socios. Pero yo era la cabeza visible de Salsoul y me apuntaron en la lista negra. Nadie quería grabarme y, de todas maneras, mis discos estaban vetados en las emisoras". Aunque la historia suene improbable, algo pasaba con Bataan. Dice que grabó el primer rap al estilo neoyorquino, Rap-o clap-o, pero que tardó tanto en poder publicarlo que se perdió el elemento de novedad.

Más allá de la anécdota, su pasión sigue siendo el soul melódico y doo-wop con una base afrocubana: "Mi éxito inicial fue Gipsy woman, de Curtis Mayfield. En el primer disco de la Fania All Stars, yo cantaba un tema de Marvin Gaye. También vendí una barbaridad de The bottle, recreación instrumental de Gil Scott-Heron". Aunque no presume de pionero: "En California, los chicanos estaban haciendo algo parecido".

Asombra que Joe Bataan no manifieste rencor por su carrera interrumpida. "Tuve mucha mala suerte, pero también yo me metí en callejones sin salida. Aunque siempre encontré maneras para mantener a mi familia". Y sigue creyendo en fiarse del prójimo: los músicos de Los Fulanos se pasmaron al recibir los arreglos: "Nos mandó las partituras originales, nada de fotocopias", dicen.

Joe Bataan, fotografiado en Nueva York.
Joe Bataan, fotografiado en Nueva York.

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