Un 'thriller' hasta la cocina
López Linares sigue a un 'chef' español en su lucha por el Bocuse d'Or
Todas las sensaciones de la vida en horas de cocina y con un reloj marcando el tiempo machaconamente. "He llorado, me he angustiado, me he ilusionado, he sido feliz". El reto del madrileño Jesús Almagro para representar a la cocina española en el concurso internacional Bocuse d'Or ha tenido un testigo de excepción. El cineasta José Luis López Linares ha seguido durante meses el gran desafío de este cocinero, le ha grabado entre fogones, ha visto su agobio y su alegría junto a su ayudante Félix. Ha conocido sus nervios y también su templanza. El documental El pollo, el pez y el cangrejo real, única producción española en la sección oficial de la Berlinale, aunque fuera de competición, es un auténtico thriller gastronómico, lleno de ritmo y acción, en el que el espectador se agota y sufre con el protagonista. El título del filme hace referencia a los tres ingredientes con los que los concursantes del Bocuse d'Or de 2007 tenían que elaborar sus dos platos. Es la más prestigiosa competición culinaria del mundo. "Es el Nobel de la cocina", explica el propio Paul Bocuse en el documental. Hay tortas por presentarse y más que tortas por ganarlo. Jesús Almagro, que se presentó tras lograr el premio del Campeonato de España de Cocineros en 2007, consiguió en el Bocuse d'Or un digno noveno puesto, tras muchos meses de estudiar y elaborar una y otra vez los platos elegidos. Durante los últimos cuatro meses, todos los lunes por la noche, Almagro se sometía a un duro examen, el de sus propios colegas de cocina de Madrid. "Tras esa dureza había un gran sentimiento de cordialidad y compañerismo", reconoce Almagro. El examen era doble, tal y como le exigen en el Bocuse d'Or. No sólo tenía que impresionar con sus sabores, sino también con la presentación milimétrica y en un tiempo récord marcado por la organización.
"Decidí hacer el documental cuando conocí a Almagro. Reúne todas las condiciones necesarias para dar emoción a la historia", confesó López Linares. "Ha sido un delirio. Nos hemos encontrado con bastantes dificultades para rodar en un espacio como una cocina, en el que los propios cocineros no paraban de moverse", añade el realizador, que llevó tres cámaras a Lyon para rodar en directo todos los pormenores y sufrimientos del gran día del concurso.
Con gorro o sin él, Almagro no se siente especial: "Me considero sólo un cocinero, un obrero de la cocina".
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