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LOS JUEVES, INVITADO
Columna
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Obama 'blues'

Jordi Soler

En su cada vez más célebre discurso de New Hampshire, esa contagiosa pieza de oratoria que ya se ha convertido en canción, Barack Obama estableció, en el mejor estilo de los bluesmen de Chicago, la línea maestra de su pedigrí político, una línea explícita, clara y evidente, que ahí fue dicha, a caballo entre lo declamado y lo cantado, con un tempo y un feeling que, desde esa ventana prodigiosa que es YouTube, sigue poniéndonos la carne de gallina. En la fase climática de aquel discurso, a la hora de sus poderosos y convincentes yes, we can, Obama rindió homenaje al "presidente que eligió la Luna como nueva frontera" y al "rey que nos llevó a la cima de una montaña y desde ahí señaló el camino hacia la tierra prometida". Kennedy (JFK) y Luther King (MLK), los dos personajes a los que hace referencia, son dos cifras mitológicas de la política estadounidense; los dos eran, más allá de sus colores políticos, dos oradores extraordinarios, igual que Obama, pero éste encima tiene mejor voz; tiene un timbre que puede encuadrarse en el blues, en el de los años cincuenta en Chicago, cuando el género había trascendido la tristeza campirana de sus letras y ya hablaba de cosas más mundanas. Luther King en cambio parecía cantante de gospel, tenía un discurso religioso, que decía a la manera de los pastores, y una voz más aguda, aunque puede ser que esta característica se deba a los sistemas de amplificación que había entonces, mucho menos sofisticados que los de ahora, unos trastos que forzaban a gritar al orador y hacían que perdiera sus matices. Así como el pedigrí político de Obama es una línea que va de JFK a MLK, el de su voz transita de Muddy Waters a Jimi Hendrix, por lo que éste tenía de bluesman. Del histórico evento de New Hampshire ha salido un hit musical, interpretado por un grupo de músicos y artistas que van cantando, sobre la voz de Obama, extractos del discurso; esta pieza nos ha hecho caer en la tentación de identificar a Obama con la figura del rapper, del cantante de hip-hop, pero ésta es una obviedad que le resta pátina a su prodigiosa dicción y que atenta contra su figura clásica, de corte sobrio, enfundada en ese traje serio y algo triste que recuerda al que usaba, para salir a escena, aquel otro bluesman de nombre Howlin' Wolf, cuya voz, no tan provista de bajos, parece de la familia de Luther King, y también de la de Kennedy, que era un potente orador de voz normal, plana y sin mucho aliño, una voz sin blues para entendernos; y dicho esto ya podemos aventurar algo sobre el perfil sonoro de Obama: es un Kennedy con música.

Ya podemos aventurar algo sobre su perfil sonoro: Barack es un Kennedy con música

Yes, we can, la pieza musical que nació del discurso de New Hampshire, y que también puede oírse y verse en YouTube, es, más allá de sus demoledores efectos propagandísticos, una obra artística inspirada por la conmovedora oratoria de Obama. Will.i.am, el cantante principal, y Jesse Dylan, el director del vídeo, han explicado en varias entrevistas que en el origen de esto que hoy es un verdadero hit, está el asombro que les produjo el discurso. La razón que apunta Jesse Dylan es la clave del éxito de Obama: "Creo en las palabras que dice"; en el corazón de esta línea simple, suscrita por esa multitud de fans que ha ido convenciendo el político a lo largo y a lo ancho del país, late este binomio diabólico: lo que se dice, y la forma en que se dice; o puesto de otra manera: el discurso de Barack Obama, dicho por otro, tendría la mitad de su efectividad. El vídeo de Yes, we can, que el equipo de Obama ha montado ya en su página oficial, está hecho en blanco y negro con una estética que recuerda los viejos vídeos de Kennedy y de Luther King; el resultado de este experimento multitudinario, rico y promiscuo, es una bomba de efectos incalculables.

En 1963, Bob Dylan, el padre de Jesse, acompañó a Martin Luther King en uno de sus discursos más célebres (I had a dream speech). La saga de los Dylan ayuda a poner en perspectiva a Obama, ese hombre que no sólo ha recogido las estafetas de Luther King y Kennedy, también ha conservado las maneras y el estilo, parece un político de aquella época, de cuando los sueños eran el principio de algo y era posible cambiar el mundo con una canción.

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