Tras la senda de gilda
San Sebastián suma a su oferta turística un taller de elaboración de pinchos
La imagen de una sensual Rita Hayworth quitándose un guante en Gilda forma ya parte de la historia del cine. La gilda, ese pincho verde y picante a base de guindillas, anchoa y aceituna, que la película inspiró, engrosa la historia de la cocina en miniatura que adorna las barras de los bares donostiarras y sirve de claro reclamo turístico. Desde ahora, los turistas ya pueden ser protagonistas de esa fiesta gastronómica de principio a fin, desde la compra de la materia prima hasta la degustación de los pinchos, gracias al taller que ha impulsado la sociedad pública San Sebastián Turismo en colaboración con la empresa Tenedor Tours.
Bajo la denominación Pintxos.sanse, la cita culinaria se puede cerrar en la oficina de turismo (Reina Regente, 3) o a través de la central de reservas (902 443 442). Cuesta 115 euros. A partir de ahí, los asistentes se convertirán en chefs durante tres horas ayudados por un cocinero profesional. Para empezar, acudirán al mercado para comprar algunos de los productos que luego usarán en la elaboración de los bocados. De paso, podrán conocer, por ejemplo, cómo se elabora el queso Idiazabal o cómo pescaban bacalao los antiguos arrantzales. No faltarán algunas pinceladas sobre la historia de San Sebastián.
Después de las compras, los asistentes al taller harán una parada en uno de los bares de la Parte Vieja para tomar un pincho regado con un vino. Y luego se pondrán manos a la obra en un piso habilitado en la calle Fermín Calbetón, en pleno corazón del barrio koshkero. Allí jugarán con los pimientos, las anchoas, los huevos, las gambas, los tomates, las patatas..., hasta ir dando forma a las más tradicionales joyitas gastronómicas. Una vez en el plato, se las comerán.
"Se trata de que se sumerjan en todo el proceso, que entren en el juego de descubrir" cómo se consigue una buena vinagreta o se rememora a Gilda. "Es el turismo de los sentidos", explicó ayer el director de San Sebastián Turismo, Manu Narváez, durante un taller organizado para los periodistas con el fin de dar a conocer el nuevo producto. La firma Tenedor ya venía desarrollando esta experiencia a nivel privado para grupos cerrados. Ahora se incorpora a la oferta oficial de la ciudad.
Tras la buena acogida que la idea ha tenido en Fitur entre los profesionales del sector, el taller arrancará el próximo sábado con grupos que pueden ir de dos hasta 16 personas. Se desarrollará de 10.00 a 13.00 en castellano y de 17.00 a 20.00 en francés, ya que los visitantes del resto de España y de Francia son los más numerosos. En función de la demanda, podría ampliarse en un futuro a otros idiomas.
"Te incitan a entrar en los bares"
Celia Cuena y Celia Gutiérrez, dos jóvenes amigas de Madrid, se fotografían junto a un Airgam Boy gigante apostado en la puerta de una juguetería de la Parte Vieja donostiarra. Mas no se despistan de su principal objetivo: ir a comer pinchos. La primera ya los ha degustado con anterioridad y se dispone a hacer de guía de su compañera. "Son un poquito caros, pero se pagan con gusto. Es un atractivo de la ciudad, que sirve para conocer los sitios y las gentes", subraya.
Y nombra el pincho de txangurro como uno de los que más fama arrastra en Madrid. "Como la palabra es de aquí, parece que si la pronuncias te sientes más integrado", argumenta.
¿Y qué opinan del taller? ¿Se apuntarían? "Sí, nos vendría muy bien", responde Cuena. Claro, que desconocen el precio. Y además se marchan hoy. La idea le parece igualmente bien a la escocesa Norma Baird. "Me encantan los pinchos. Cuando los ves presentados en la barra, te incitan a entrar en el bar", enfatiza mientras degusta uno con su hijo y su nieta, afincados en San Sebastián. Ella regresa también hoy a su país. Las croquetas y los productos del mar figuran entre sus bocados predilectos.
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