Un quijote contra el ruido
Un vecino de Tres Cantos, que mide con un sonómetro el ruido de los aviones, realiza más de 200 denuncias al día a modo de protesta
Cámbiense los molinos por aviones, el fiel escudero Sancho por una plataforma de afectados por el ruido y el lugar de la Mancha por una urbanización bajo una ruta de los itinerarios aéreos de Barajas. Diego Chillón, de profesión cirujano, se ha propuesto desfacer un entuerto a base de constancia. Armado con su propio sonómetro, mide el ruido que hacen todos los aviones que sobrevuelan su urbanización, Soto de Viñuelas, en Tres Cantos. Y todos quiere decir todos. Cada día, sin falta, envía una denuncia por cada aparato ruidoso. Más de 200 diarias.
Brazo en alto. Dedo índice apuntando al cielo. Así transcurren muchas conversaciones en Soto de Viñuelas. "Ahí va uno de los grandes. Fíjate qué ruido hace". No acaba de pasar un avión y ya se oye el siguiente. "Y así todos los días, de siete de la mañana a once de la noche", se lamenta Chillón. Él ha puesto su nombre a las denuncias, pero la idea es colectiva. La Plataforma de Afectados por el Riesgo y el Ruido de los Aviones (PA3CA), formada por 150 familias, se creó en 2005, con la entrada en funcionamiento de dos nuevas pistas en Barajas. Con ellas cambiaron las rutas de los aviones, y lo que había sido un remanso de paz se convirtió en la cuneta de una autopista aérea, el radial 322. "Se acabó cenar fuera en verano. Los niños, en la piscina, juegan a leer de qué compañía son los aviones", ilustra la mujer de Diego, Pilar.
AENA alega que las mediciones de Diego no tienen ninguna validez
Con el sonómetro están registrando picos de ruido de hasta 80 decibelios. Lejos de los 52 que marca, de media, el que tiene AENA en Tres Cantos. Por eso, porque no estaban conformes con las mediciones oficiales, decidieron hacer las suyas. "AENA hace una media del ruido a lo largo del día. Incluye los picos, pero también el silencio. De ahí que salgan esos niveles. Por ejemplo, si hay un pico de 80 decibelios a la una de la madrugada, otro de 80 a las dos, etcétera, te van despertando toda la noche, pero la medición es legal", se queja Pedro López, informático y miembro de la plataforma.
En AENA contestan que las mediciones de Diego no tienen validez. "No tenemos constancia de que el sonómetro esté calibrado y colocado correctamente para que la medida sea válida". Además, argumentan, son medidas incomparables. AENA calcula el impacto acústico en LEQ (nivel continuo equivalente), un valor regulado por una normativa internacional "que siguen todos los aeropuertos del mundo", insisten fuentes de la compañía.
La iniciativa de la plataforma es, pues, poco menos que simbólica. ¿Una lucha quijotesca? "No, porque tenemos razón y lo vamos a conseguir", dicen. Su objetivo es cerrar el radial 322, una de las vías de despegue de los aviones que salen de Barajas hacia el norte. Según AENA, los aparatos no sobrevuelan ninguna población. Aunque se puede dar el caso, admiten fuentes de la compañía, de que algunos aviones hagan virajes y sobrevuelen zonas habitadas. En ese caso, se les sanciona. Aviación Civil tramitó 115 expedientes entre enero y noviembre de 2007, de los que 31 se resolvieron con sanción económica. En total, 531.000 euros en multas. Pero eso, a los miembros de la plataforma no les consuela. "Los aviones que hacen ruido no son sólo los que se saltan la trayectoria. Lo hacen todos, y eso debería ser ilegal", explica Diego.
AENA no considera a Tres Cantos como municipio afectado por la contaminación acústica de Barajas. No está dentro de la llamada huella sonora, que delimita la zona donde se superan los 65 decibelios de día y los 55 de noche. No tiene, por tanto, derecho a aislamiento acústico. "Tampoco lo queremos", asegura Pedro. Como muchos de los habitantes de Soto de Viñuelas, dejó la ciudad en busca de calidad de vida. Y no se quiere ir. "¿Acaso me van a insonorizar el jardín?", se pregunta.
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