Obama prosigue su racha de victorias
El senador de Illinois redondea en Virginia y otros Estados del río Potomac una semana de éxitos
Barack Obama obtuvo ayer una contundente victoria en Virginia, y estaba cerca de algo similar en Maryland, dos Estados representativos y de gran influencia en el curso de la política nacional. Remató la noche con un esperado y abrumador triunfo en la capital de la nación, en Washington, Distrito de Columbia, donde una mayoría de población negra hacía estéril cualquier competencia.
Los primeros resultados oficiales anticipaban en los tres escenarios una victoria de grandes proporciones, superior a la esperada por lo general y muy por encima de las expectativas en Virginia, donde la campaña de Hillary Clinton concebía esperanzas.
En el lado republicano, John McCain y Mike Huckabee mantenían una dura pugna en Virginia a la hora de cerrar esta edición, pero el senador de Arizona parecía tener segura la victoria en las otras dos contiendas.
Con los tres triunfos de anoche, Barack Obama encadena ya ocho consecutivos desde el supermartes y se convierte en el favorito a la victoria final. Las últimas encuestas muestran que Obama es también en candidato con más posibilidades de derrotar a John McCain en las elecciones presidenciales de noviembre. Por primera vez, un sondeo sitúa al senador afroamericano por delante de Hillary Clinton en el conjunto del país, y varios otros coinciden en que sólo él, no la ex primera dama, puede batir a quien ya es el candidato republicano de hecho.
Las próximas citas electorales son Hawai, donde Obama pasó su infancia, y Wisconsin, en el que las encuestas no anticipan nada definitivo. Y, por fin, el 4 de marzo, Tejas y Ohio, los dos grandes Estados en los que Clinton ha depositado todas sus esperanzas en un desafío que será para ella a vida o muerte. "Ohio y Tejas representan como ningún otro la variedad de la población de este país", declaró ayer la senadora por Nueva York, que lleva 48 horas colgada al teléfono con donantes y partidarios para pedirles que resistan a su lado hasta la decisiva fecha de esas primarias.
El problema es el de saber con qué fuerzas llegará ella a esa cita, teniendo en cuenta sus dificultades actuales para recaudar dinero y mantener un perfil de triunfadora y, sobre todo, si el impulso ganado por Obama estos últimos días no lo lleva ya en volandas hacia la candidatura, pasando incluso por encima de sus dificultades objetivas para ganar en Tejas y Ohio.
Las casas de apuestas lo dan como favorito. Los pronosticadores de Wall Street lo dan como favorito. Y la encuesta de Gallup para el diario USA Today lo daba también ayer con tres puntos de ventaja (47% a 44%) sobre Clinton. Es la primera encuesta en que esto sucede.
No es la primera vez en los últimos días en que Obama sobrepasa a McCain en un eventual enfrentamiento entre ambos. La encuesta de Gallup sitúa al candidato republicano cuatro puntos por debajo de Obama, pero un punto por encima de Hillary Clinton. Obama ya no es, por tanto, el cuento de hadas que decía Bill Clinton, sino, hoy por hoy, la opción más segura para que los demócratas recuperen la Casa Blanca, algo que hace seis meses parecía cosa hecha y hoy empieza a antojarse titánica misión.Clinton, que ha hecho una campaña basada en su experiencia y en su solvencia, sostiene que sólo ella puede anular la ventaja con la que McCain presuntamente parte en esa materia. De hecho, las encuestas siempre le han concedido una gran ventaja sobre Obama cuando se trata de decidir quién sería el mejor comandante en jefe. Cree también la senadora que ella está más acostumbrada y tiene mejores armas para repeler los ataques que lleguen del lado republicano. "La idea que él tiene de que no habrá campaña negativa es completamente irrealista", dijo ayer Clinton.
Efectivamente, puede ser un poco irrealista. Pero eso es precisamente lo que a la gente le gusta de Obama, su capacidad de generar ilusión. Y, en eso, es imbatible, contra McCain o contra quien sea. Con sus declaraciones, Clinton está indirectamente anunciando al público un nuevo ciclo de hostilidad entre demócratas y republicanos, una campaña terrible de descalificaciones y juego sucio. Está anunciando más de lo mismo que se ha vivido en los últimos ocho años. Con su mensaje pospartidista y posideológico, Obama intenta al menos poner fin a esa etapa. Frente a eso, McCain queda, como Clinton, en el pasado.
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