"Ni campana ni diábolo ni cilindro. No somos objetos"
La cita es en la cafetería del Ifema, el recinto ferial madrileño que acoge la Pasarela Cibeles. Hay un espacio reservado para las modelos, pero sólo dos o tres están sentadas en él tomando una ensalada. Se las descubre por sus sofisticados peinados y maquillajes y, claro, por su delgadez.
Bimba Bosé va con la cara lavada porque ella no desfila hasta hoy en el pase de la colección de David Delfín. A sus 31 años es una veterana en un mundo en el que la juventud cuenta. En 10 años sobre la pasarela ha visto de todo, ha desfilado para grandes figuras como Jean Paul Gaultier y John Galliano.
La modelo asegura que la delgadez no es sinónimo de elegancia
En el autoservicio, Bimba elige una ensalada de cogollos, un emperador a la plancha con un pimiento verde y de postre una naranja; para beber, agua. El pan ni lo mira. "Yo sí como. Esta mañana he desayunado pan con tomate, jamón ibérico, leche de soja y fruta. Ahora, esto. También ceno. Cuando no puedo comer lo que yo quiero tiro de unas barritas de Ander Ezkurdia y de fruta. Para una modelo no es fácil comer bien", cuenta mientras juguetea con la ensalada.
"Estar delgada no es sinónimo de elegancia; la elegancia sale de dentro. Estar delgada es una cosa y enferma, otra. Yo he visto modelos que me han dado grima por su delgadez", confiesa. Bimba mide 1,77 metros y pesa 65 kilos. "Empecé a pasar a los 21 años, ya muy mayor para esto. Recuerdo que me decían que no contara la edad, también recuerdo que un diseñador me dijo: 'Estás como una foca' y pesaba cinco kilos menos que ahora".
Bimba empezó en el mundo de la moda por casualidad: "Quería viajar, moverme". Pero su otra carrera y pasión es la música. Después de grabar un tema de Papito con su tío Miguel Bosé, prepara ahora el primer disco con su grupo The Cabriolets. "Hemos estado trabajando un mes en Nueva York y ahora damos los últimos retoques en Madrid. Saldrá en abril", comenta. En esta aventura musical participa también su pareja y padre de su niña de cuatro años.
Bimba aparta la ensalada, "no hay quien se la coma", y se lanza al pescado. "Entre que las modelos tenemos cuidado y lo mal que se come en estos sitios, luego dicen que estamos anoréxicas", se queja. La nieta de Lucía Bosé admite que la educación que ha recibido en casa le ha ayudado en el mundo de la moda. "Si te llaman foca te puedes venir abajo". Dice que en las pasarelas hay anorexia y "también drogas y tabaquismo". "Las niñas salen de casa muy pronto, viven de un lado para otro y es un mundo difícil". Pero se muestra contrariada ante la polémica que siempre rodea este mundo. "Cuando empieza Cibeles sacan lo de las tallas. Ahora que si somos cilindros, diábolos o campanas. Tratan a las mujeres como si fuéramos objetos. Una cosa es revisar las tallas y otra, esta tontería. Está claro que la morfología ha cambiado y que en cada país tenemos una talla. Yo soy en España una 38, 40 o 42, según la marca; en Italia y Francia, una 42".
Bimba, que trabaja con David Delfín, se sorprende de que haya modelos que cuando se ponen un traje de la talla 34 aún les quede grande. "Las tallas de la pasarela son una cosa, y la calle, otra. Pero los diseñadores no pueden hacer una 42 porque es muy caro, la industria no da para eso".
Aparta la bandeja y se lleva la botella de agua que ni ha abierto. "No bebo en las comidas, sólo entre horas".
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