Un protocolo de seguridad con "mucha autonomía" para los decanos
El rector de la UPV, Juan Ignacio Pérez, informó ayer al Parlamento sobre la puesta en marcha de un protocolo de seguridad con el que pretende mejorar la protección de la comunidad universitaria y recabar el apoyo de la Ertzaintza ante conflictos como los ocurridos los últimos meses en protestas estudiantiles. Los decanos de dos facultades del campus de Leioa, escenario de la mayoría de incidentes, coinciden en que este protocolo les deja "mucha autonomía" para actuar, algo que reciben de maneras opuestas: uno agradece que le dejen "hacer y decidir", mientras que el otro critica tener que tomar decisiones conflictivas sin contar con la suficiente protección.
El protocolo es un listado de diez instrucciones para que los decanos y directores de centros sepan cómo actuar ante incidentes como una manifestación, una pegada de carteles e incluso una amenaza de bomba. Los días 6 y 7 de noviembre fue presentado a los decanos para que realizasen alegaciones y, desde entonces "todas las medidas se han puesto en marcha de acuerdo con ese protocolo y han dado resultados", afirmó el rector.
La socialista Isabel Celaá le preguntó si cree que los decanos "se sienten respaldados" por el Rectorado. "Haré todo lo que me soliciten", prometió Pérez, quien recordó que a veces son los directores los que han denegado su ayuda. "Por una diferente valoración de riesgos, han dicho que no al ofrecimiento de reforzar la seguridad, cuando hubiera sido muy conveniente. No sólo nosotros pecamos de falta de imprevisión", lamentó.
Tener protección
Uno de los citados decanos, que piden que se respete su anonimato, explica por qué ocurre eso: "Si tengo que autorizar la intervención policial, luego tengo que tener protección. Los chavales siempre gritan 'Decanos, colaboradores'. La decisión de reforzar la seguridad, a menudo crea más conflictos para todo el centro que beneficios".
Por ello, considera que el protocolo "deja demasiadas cosas en mano de los decanos". Además, advierte de la dificultad de controlar los excesos de unos manifestantes que presentan "una intervención de guerrilla urbana, rápida y ágil". "Para cuando intervienes ya te han pintado todo", deplora.
El otro decano no coincide con esa lectura: agradece poder tomar decisiones y exclama que "quien no quiera hacerlo, que no sea decano". Más medidas que las del protocolo "supondrían una universidad militarizada". "Claro que nuestras decisiones tienen consecuencias, hasta de tener que llevar escolta, pero el problema no es el protocolo, sino que vivimos en un país enfermo", concluye.
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