Bestias
El humano es el animal que peor trata a sus hembras. Es capaz de violar brutalmente, torturar, prostituir, esclavizar, humillar, herir, matar, vender y comprar mujeres y niñas. Mantenerlas sometidas bajo el terror de su fuerza y las más terribles amenazas. Que cumple sin piedad. La miniserie Tráfico humano (Antena 3) abordó varios aspectos de esa repugnante práctica mafiosa a la que son sometidas cerca de 800.000 personas cada año.
Una joven madre checa es secuestrada con engaños; una adolescente ucrania cae con el timo de la agencia de modelos; una niña estadounidense de viaje en Manila con sus padres es raptada casi ante sus narices. Esos tres casos se entrelazan por su relación con el supercapo de redes de prostitución, el ruso Sergei Karpovich (interpretado por Robert Carlyle). La estructura es la de un filme policiaco norteamericano, con la agente Kate Morozov (Mira Sorvino) y su jefe, Bill Meehan (Donald Sutherland), empeñados en destapar el entramado y rescatar a las víctimas. No es Promesas del Este, pero no elude la crudeza de las terribles situaciones reales a las que se refiere. Y tiene algunos grandes momentos dramáticos como el inmanejable encuentro entre la chica y el padre infiltrado que va a rescatarla, o el diálogo confesional entre la policía y la testigo. Las pocas gotas de sensiblería de otras secuencias no estropean el tono general de contención y rudeza. El desalmado y calculador Karpovich resulta convincente desde un principio, pese a los peligros de sobreactuación que tiene la crueldad desmedida. Se acusa directamente a las mafias de los países del Este (posiblemente con mucha razón) y el fantasma de la guerra fría parece alzarse por detrás, tanto por la arenga moralizante final -con patriótico escudo estadounidense al fondo-, como por el curioso parecido físico de Carlyle con Putin.
No todos los hombres son monstruos. Pero para muchas bestias la mujer sigue oliendo a presa fácil.
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