La banca española elude las hipotecas basura y exhibe beneficios récord
La crisis afectará a las entidades por la falta de liquidez y la morosidad
Algunos banqueros de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania y Suiza no pasan por sus mejores días. Ahora están cerrando el ejercicio maldito y discuten con los auditores lo que aparecerá en su memoria de 2007. No puede haber trampa ni cartón. Tienen que salir a flote todas las miserias y la crisis de las hipotecas de alto riesgo de EE UU ha dañado seriamente los balances y cuentas de resultados.
Se calcula que las pérdidas ocasionadas por la depreciación de las carteras de deuda ascienden a 146.000 millones de dólares (unos 100 millones de euros) entre los grandes bancos internacionales. Esa cifra podría doblarse si los problemas persisten y las aseguradoras de bonos incumplen pagos. Provisiones, pérdidas y caídas en Bolsa, son la secuencia de acontecimientos que ha provocado la salida de primeros ejecutivos de grandes entidades.
Sin embargo, los bancos y cajas de ahorros españolas han salido bien paradas del envite (ver cuadro). Hasta ahora, los directivos de las principales entidades han comenzado en las presentaciones diciendo lo mismo: "no tenemos hipotecas basura en los balances". A la vez, han presentado resultados récord, con importantes crecimientos.
Hoy presenta el Santander sus resultados, pero la entidad ya ha declarado que también está a salvo de la plaga maldita. No obstante, tendrá que realizar provisiones por la caída en Bolsa del Sovereign, el banco norteamericano del que controla el 24,9%.
La explicación hay que buscarla en que los bancos españoles tienen escaso negocio de banca de inversión, que está volcada en los mercados domésticos y que es la que ha comprado los activos más contaminados. Ni siquiera para el Santander, que en otros tiempos fue aficionado a este negocio, representa ahora un peso relevante en sus cuentas.
Actitud férrea
Por otro lado, la banca española tampoco tuvo mucho tiempo de fijarse en el arriesgado negocio de las hipotecas basura porque el mercado español crecía a ritmos cercanos al 20%. Hipotecas, créditos para empresas y para el consumo centraron su atención.
Sin embargo, sí hubo algunos banqueros que se fijaron en la alta rentabilidad que ofrecían los activos basados en las hipotecas basura. El Banco de España fue inflexible con los que se acercaron planteando la posibilidad de adquirir estos activos sin asumir el riesgo en el balance, como se ha permitido a los bancos europeos y norteamericanos. Ahora muchos estarán agradeciendo esta férrea actitud.
No obstante, en España donde al igual que en EE UU los precios de la vivienda casi se han duplicado en 10 años, es difícil que se reproduzca una crisis como la de las hipotecas basura. En EE UU, los intermediarios captan el 70% del negocio hipotecario y transfieren el riesgo a los bancos. En España, alrededor del 90% del negocio inmobiliario está directamente gestionado por las entidades financieras. De hecho, los nichos de mayor morosidad hipotecaria en España son los créditos cedidos por la Agencias de la Propiedad Inmobiliaria (API) a la banca.
No haber roto los platos no significará que los banqueros españoles no tengan que pagar la factura. Es la otra cara de la globalización, su lado más amargo.
La crisis de confianza ha provocado el cierre de todos los mercados de liquidez. Esto ha ocurrido en un momento particularmente duro para la banca española, ya que el boom hipotecario se financiaba en gran parte en los mercados mayoristas, es decir, del ahorro de otros países. Los depósitos crecían por debajo de los préstamos, así que ahora la guerra comercial consistirá en captar ahorro de los clientes.
Los banqueros españoles confiaron en que su mayor fortaleza de capital y las fuertes provisiones (que duplican a la media de sus competidores) les permitirían captar dinero. Pero no ha sido así. Los inversores internacionales temen un desplome inmobiliario y no compran emisiones españolas. Tampoco los buenos resultados les han evitado el castigo en Bolsa, aunque los descensos son menores que los de sus colegas europeos. La caída del ciclo económico provocada por la crisis financiera, también les afectará, ya que se traducirá en paro y más morosidad.
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