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EL ESTILO DE LA ASPIRANTE DEMÓCRATA | La carrera hacia la Casa Blanca

Las lágrimas de Hillary

Yolanda Monge

Cuando los planes hechos durante las últimas dos décadas se torcieron, cuando un joven senador negro apenas aterrizado en Washington ganaba contra todo pronóstico en el blanco medio-oeste que es Iowa, la primera mujer con posibilidades de llegar a la presidencia de Estados Unidos lloró. O al menos se le humedecieron los ojos. Se emocionó hasta las lágrimas entre Iowa y New Hampshire. Perdió el primero y ganó este segundo Estado. ¡Era humana! La mujer fría, dura, implacable e impenetrable era de carne y hueso. Y como todos, lloraba. Lloraba por ella misma, como lloramos todos, por autocompasión. Lloró y ganó, dijeron.

Corrieron ríos de tinta sobre las lágrimas de Hillary. Como han corrido y correrán sobre su carácter gélido, lo que probablemente no hubiera sucedido en el caso de ser un hombre: ser frío en el caso de un político varón es incluso un elogio. Pero la ex primera dama, la mujer comprometida y experimentada, la senadora durante ocho años por el Estado de Nueva York está bajo el continuo foco del escrutinio. O sus trajes son demasiados "monjiles" o es una descarada que enseña demasiado escote. Incluso las mujeres —reputadas escritoras o periodistas— han escrito de ella comentarios tan profundos como cómo es posible que combine un collar turquesa con un vestido granate. ¡Horror!

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El 'supermartes' deja un empate técnico entre Barack Obama y Hillary Clinton

New Hampshire ya es el pasado lejano y a punto está de serlo el supermartes, en el que la senadora demócrata se jugó ayer su futuro. Votó a primera hora de la mañana en el Estado al que sirve: Nueva York, donde esperaba ganar. Pero entre ambas fechas la campaña se endureció, y los dos últimos contrincantes demócratas sacaron las armas disponibles. Barack Obama recortaba posiciones sobre la que durante mucho tiempo había sido la favorita. Tanto, que en Misuri, donde Clinton llegó a superar al senador de Illinois por 20 puntos, estaban en empate técnico. Como lo estaban en el resto de los 23 Estados que celebraron primarias y caucuses.

En este escenario, 24 horas antes del gran día, la candidata con mayúsculas volvió a llorar. Ocurrió en Connecticut, donde un antiguo y querido compañero la presentó con elogios en un encuentro con jóvenes. "Dije que ya no iba a llorar más. Pero parece que no es así". ¿Tendrá el sollozo el mismo efecto que en New Hampshire?

Pero por si hay dudas de que no se puede llorar y ser el Jefe del Ejército más potente del mundo, la senadora por Nueva York dejó claro el lunes por la noche en el programa televisivo Late Show con David Letterman que en la Casa Blanca será ella la que "lleve los pantalones", no Bill. Por las dudas.

SCIAMMARELLA

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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