Faro de las libertades
La presentación en Madrid del proyecto estrella del Consorcio del Bicentenario de la Constitución ha sido una verdadera sorpresa que a nadie ha dejado indiferente. En la sociedad gaditana se ha mirado con interés, a la espera de conocer los detalles de la actuación prevista en el Castillo de San Sebastián, uno de los lugares más hermosos y salvajes de Cádiz. La eficacia con la que fue presentado y el impacto posterior han tenido la oportunidad de centrar la atención de la sociedad gaditana. Bien es verdad que la alcaldesa de Cádiz había cebado la bomba con anterioridad. Desde hace más de un año ha reclamado con insistencia al Gobierno de España y al propio Consorcio que centren su inversión en este castillo, situado en una isla que se halla en el extremo de la ciudad. Con la insistencia que caracteriza a Teófila Martínez reclamó con pasión una intervención. Lo hizo con el despliegue de su potente batería propagandística hasta el extremo de centrar los debates del recién creado Consorcio. Incluso encargó al reputado arquitecto Alberto Campo Baeza un proyecto para el inmueble que fue del Ministerio de Defensa, proyecto que está en fase de elaboración. En la visita que hizo a Cádiz la presidenta de la Comisión Nacional del Bicentenario y vicepresidenta del Gobierno de España , María Teresa Fernández de la Vega, se organizó un recorrido por las instalaciones del complejo militar en cuyo interior hay un faro. La alcaldesa enseñaba el lugar como si de una dependencia municipal se tratase, sin percatarse de que es propiedad de la Administración del Estado, por mucho que el Ejército le cediese la llave al ayuntamiento tras abandonarlo. Tanto énfasis, tanta pasión, tanto insistir que se llegó a consumar el maleficio de ten cuidado con lo que deseas no vaya a ser que lo consigas. En la presentación del Consorcio del Bicentenario en Madrid su presidente, Gaspar Zarrías, anunció la puesta en marcha de un concurso internacional para convertir el Castillo de San Sebastián en el Faro de las Libertades, un centro que acogería, entre otras actividades, una delegación de la Casa de América, el Memorial de las Libertades y el Centro de Estudios Constitucionales. Tan inesperado fue que la alcaldesa de Cádiz no pudo disimular su disgusto aunque lleva varios días poniendo en marcha una práctica que le resulta del todo ajena: morderse la lengua . No puede rechazar la propuesta porque lleva un año solicitándola con ahínco. Pero no quiere apoyarla porque es darle una baza al adversario en momentos electorales. Así que se ha limitado a una escueta crítica a las formas. Su idea pasaba por la financiación de la Junta y el Gobierno para que el ayuntamiento pudiera mostrarlo como propio.
El consejero de la Presidencia tiene ahora la iniciativa. Debe explicar con detalle qué hay detrás de tan hermoso nombre, el Faro de las Libertades. Es verdad, como decían los clásicos, que el nombre determina la naturaleza de las cosas. Y éste es hermoso de verdad. Pero debe concretarse si se incluye o no un nuevo faro, los contenidos del Memorial de las Libertades y del Centro de Estudios Constitucionales, del jardín público que se ha dicho iría en la isla, si habrá usos hosteleros complementarios, cómo se resolverán los accesos, ahora por un pequeño camino sobre la escollera. Y lo que es más importante, cómo funcionará el centro después del 2012. Queda un complicado recorrido administrativo interferido por las limitaciones establecidas por Costas y por el apremiante calendario para que esté en 2012, el mítico horizonte de la ciudad de Cádiz. Un concurso internacional requiere un jurado de prestigio, asegurar la participación de cinco o seis arquitectos de primer nivel y un programa de intervención claro y atractivo. El Faro de las Libertades debe iluminar el futuro de la ciudad y centrar la huella que los actos del Bicentenario de la primera Constitución española dejará en patrimonio y riqueza a las venideras generaciones de gaditanos y andaluces.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.