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Y ahora, a por Alemania

Uno de los fenómenos más sorprendentes de la economía española de los últimos años ha sido el acelerado proceso de internacionalización que han abordado nuestras empresas. En una primera fase, la inversión española tuvo como principal destino Latinoamérica, no sólo por la afinidad cultural, sino también por las grandes posibilidades de sus mercados y porque en la mayoría de las economías de la región se iniciaron procesos de privatizaciones y liberalizaciones de muchos sectores productivos. Pero tras los efectos de la crisis argentina, el destino cambió sustancialmente y la inversión española se focalizó en la Unión Europea, un mercado mucho más maduro, pero también mucho más estable.

Así, en los últimos años hemos sido testigos de las fuertes inversiones realizadas en el Reino Unido por muchas empresas españolas. De hecho, algunos medios británicos han identificado a Telefónica, Santander, Ferrovial o Iberdrola, como la punta de lanza de una nueva Armada, cuya misión sería conquistar pacíficamente lo que su antecesora no pudo hacer por la fuerza. Y de Europa del Este nos llegan noticias de la creciente apuesta de nuestras empresas, inmobiliarias y constructoras principalmente, por la región.

También en los últimos años se ha venido produciendo, de forma mucho más silenciosa, un desembarco de empresas españolas en Alemania. Aunque la cuantía de la inversión es significativamente menor que la realizada en el mercado británico (el Bundesbank cifra en más de 16.000 millones de euros el stock acumulado hasta 2005 y en más de 60.000 personas las que trabajan para empresas españolas) no por ello carece de importancia. En primer lugar, porque se trata del mayor mercado de la Unión Europea, y probablemente uno de los más exigentes, al tiempo que una excelente plataforma desde la que abordar los países del Este. Pero lo más destacable es que, además de los sectores habituales de la inversión española (hoteles, cadenas de moda, banca, inmobiliarias o gestores de infraestructuras), nos encontramos con un importante flujo de inversiones industriales operando en sectores en los que las empresas alemanas siempre han sido un referente.

Por ejemplo, el grupo siderúrgico de origen extremeño Alfonso Gallardo adquirió a finales de 2006 a Arcelor Mittal una acería en Turingia por casi 600 millones de euros. También en Turingia, Gonvarri acaba de construir una planta dedicada a la fabricación de acero y, a través de Gestamp Automoción, compró Griwe, que fabrica componentes para la industria del automóvil; actividad en la que también está presente el grupo Antolín con su factoría de Elsendorf. En el sector farmacéutico, Almirall, que ya contaba con un centro de investigación en tecnología inhalatoria y con una distribuidora, adquirió en el verano pasado el laboratorio Hermall por casi 400 millones de euros. Y en el campo agroalimentario, Ebro Puleva era propietaria de la arrocera Euryza y recientemente se hizo con el control de Birkel, la marca líder en el mercado de pasta, con lo que la facturación de sus negocios alemanes supera los 150 millones de euros.

También es posible encontrar empresas en sectores en los que es más habitual encontrar presencia española en el exterior. Telefónica opera en el país mediante su filial británica O2, Santander Consumer es líder en la financiación de automóviles y cadenas hoteleras como Sol Meliá o NH, esta última con casi 60 establecimientos repartidos por los principales centros urbanos. También Zara, Mango y Springfield tienen una destacada presencia en las calles y centros comerciales de toda Alemania.

En unas jornadas celebradas el pasado otoño en la Embajada de España en Berlín, organizadas por la Cámara Española de Comercio en Alemania y la Oficina Económica y Comercial, se puso de relieve lo poco conocida que es para el gran público la inversión española en Alemania, frente a lo conocidas que son las empresas alemanas que operan en España. Probablemente en ello influya los muchos años que algunas de ellas llevan implantadas en nuestro país y la buena imagen de la que, en general, disfrutan. En Alemania, la presencia de empresas españolas es reciente, pero están demostrando que son capaces de competir con éxito en sectores donde hasta hace poco era impensable imaginar su presencia.

Juan Carlos Martínez Lázaro es profesor del Instituto de Empresa Business School.

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