Coherencias
Como muchos lectores de EL PAÍS ni soy religioso ni he subido nunca a un yate. Como algunos lectores de EL PAÍS y como la propia Esther Tusquets (o quizás no tanto) soy editor. De ahí mi perplejidad ante su desahogo titulado Los cristianos, los marxistas y la opulencia. Piensa, al parecer, E. T. que sólo los cristianos pudientes y presumiblemente de derechas "se permiten criticar las quintas y las piscinas y los coches y los yates de los pocos miembros de la izquierda que acceden a ellos". Y conjetura en su defensa que a esos pocos "tipos tan criticados por sus casas y sus coches y sus yates les sería más favorable militar y votar en un partido de la derecha. Pero no lo hacen y ahí radica su coherencia. Y por eso creo que se les debe un respeto", tanto más cuanto que esas gentes, que se autodefinen de izquierdas luchan (con su lengua como arma) por "establecer, por medios más o menos violentos, un sistema más justo".
Le duele especialmente a doña E. T. que esas gentes: intelectuales, artistas y políticos de a caballo y ciudadanos acaudalados de a pie puedan injustamente verse afectadas en su credibilidad con tan nimio motivo. ¡Vivir para leer y qué cosas, doña Esther.
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