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Reportaje:La carrera hacia la Casa Blanca

Bumerán Clinton

La agresiva campaña de Hillary se vuelve en su contra

Antonio Caño

La intensidad (y agresividad) de la campaña de Hillary Clinton contra Barack Obama, probablemente necesaria para frenar la bola de nieve surgida de Iowa, se ha vuelto en su contra y la va a obligar a un cambio de estrategia con vistas al supermartes (5 de febrero).

Hillary y Bill Clinton confían en que esa fecha, en la que la senadora de Nueva York es favorita en la mayoría de los Estados, pueda cerrar esta carrera, que empezó como un paseo y se está convirtiendo en un calvario. "Ahora vamos al 5 de febrero, cuando por fin podrán expresarse millones de norteamericanos", dijo Bill Clinton en Misuri. "En los próximos días nos concentraremos en las soluciones que se requieren para hacer avanzar este país", manifestó Hillary Clinton en Memphis. Ambos intentaron reducir lo ocurrido el sábado en Carolina del Sur a un pequeño accidente sin trascendencia.

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Pero su actitud refleja cierto nerviosismo. Sorprendió que en su primer discurso pos-Carolina, Hillary Clinton aludiese a las elecciones que mañana se celebran en Florida. Florida, como Michigan, había quedado sin delegados para la convención demócrata del verano como sanción, por parte de la dirección del partido, por haber adelantado sus primarias sin previo acuerdo. Todos los candidatos decidieron suspender sus campañas en ambos Estados. Pero Clinton dejó inscrito su nombre en las papeletas y, como consecuencia, ganó en Michigan y, seguramente, ganará también en Florida. Es muy probable que, si es necesario, Clinton exija en su día el reconocimiento de esos delegados.

Poco antes de abandonar Carolina del Sur, Bill Clinton declaró que no tenía nada de lo que arrepentirse. Un portavoz de la campaña de su esposa manifestó que no estaba previsto un cambio del papel del ex presidente en los próximos días. Sin embargo, es probable que sí que lo haya. La función de perro de presa desarrollada por Bill Clinton en los últimos días, además de ensuciar su figura, se ha demostrado contraproducente.

Figuras del Partido Demócrata que, en otras circunstancias, hubieran estado con Hillary Clinton, se están reservando o perfilando del lado de Obama. Pero, sobre todo, el electorado no parece sintonizar con un tono de campaña tan duro, en la que, no solamente se ha disminuido hasta los límites del ridículo la estatura política del joven senador afroamericano, sino que se ha recalcado con escasa sutileza su raza.

Hillary Clinton tiene todavía importantes bazas que jugar en esta campaña sin necesidad de recurrir al juego sucio. Con diferencia, es vista por los votantes demócratas como la que más puede hacer en asuntos de preocupación dominante, como la situación económica o el seguro de salud. También se la considera, según las encuestas, como la mejor preparada y experimentada para ser la próxima comandante en jefe en un tiempo de gran convulsión. Pero eso puede no ser suficiente para detener una corriente, siempre un tanto irracional, a favor del cambio, que ella no consigue representar en absoluto.

Un factor de incertidumbre puede ponerse en el camino de Clinton mañana mismo. Si John McCain gana en Florida y se dibuja como el próximo rival republicano, los electores demócratas tendrán que pensar también en quién es el mejor para derrotar a McCain. En ese caso, es posible que la experiencia cuente menos porque nadie puede superar en experiencia a McCain. Es posible que las cualidades como comandante en jefe cuenten menos porque quién puede disputarle ese puesto al único verdadero héroe de guerra que está en la política.

Pese a todo, Clinton es todavía la favorita. Como ella recuerda continuamente, Hillary Clinton sabe mejor que nadie lo que es recuperarse de los golpes recibidos. Se recuperó de Iowa con una victoria sorprendente en New Hampshire. ¿Hasta dónde aguantarán sus fuerzas?

Hillary Clinton, emocionada ayer en un oficio religioso baptista en Tennessee.
Hillary Clinton, emocionada ayer en un oficio religioso baptista en Tennessee.AP

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