Músicos que se inspiran entre raíles
Cantar al metro (o dentro) inspira. Es un tema recurrente tanto en álbumes como en biografías y fue el origen del Festival MetroRock. Su día a día es retratado en canciones. "El metro huele a podrido, carne de cañón y soledad. Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal", dice la letra del tema Caballo de cartón, de Joaquín Sabina. Otra canción, Recuerdo, de Ismael Serrano, describe una escena habitual: "En el metro, aburrido, vigilo las caras de los viajeros, compañeros en la rutina y en los bostezos".
El cantautor Javier Álvarez hizo doblete con el suburbano. En su canción Tanta calma, alude a "el rincón de lo gris de un vagón de este tren de la línea 2". Su carrera empezó bajo tierra, en los pasillos más concurridos del metro madrileño. De allí se trasladó al parque del Retiro y luego saltó a la fama. Como Quique González, que se ganaba unas perras con su música gracias también a las monedas de los viajeros. Años después, cuando la revista Rolling Stone le llevó de nuevo a los andenes para repetir la experiencia de pasar la gorra con Javier Álvarez e Ismael Serrano, no recaudaron un euro. González aseguró entonces con sorna que fue por culpa de la ubicación elegida, un pasillo "perdido" de la estación de Bilbao (líneas 4 y 1, la marrón y la azul).
De momento, al único al que le ha salido cara la jugada de inspirarse en el metro ha sido a Manu Chao, que tuvo que abonar una indemnización por usar sin permiso la voz de una locutora de Metro en Próxima estación... Esperanza, uno de sus trabajos más reconocidos.
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