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"¿Apuñalado? Bueno, pero cicatrizará"

Gallardón, a ritmo de mariachis, dice que no se siente "demasiado herido"

Daniel Verdú

En caso de no poder mentar la bicha, siempre queda la metáfora, la cita, el doble sentido o incluso los mariachis. Y así, en tono casi festivo y poético (quién lo diría) transitó el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón por su primer lunes después del apuñalamiento. Porque eso, y lo dio a entender él ayer tras una pregunta, es lo que su partido le ha hecho al dejarle fuera de las listas al Congreso. "¿Le han clavado un puñal?", le preguntó un reportero de Caiga quien caiga a la salida de un acto. "¿Me han apuñalado? Bueno, pero las heridas cicatrizan y no me siento demasiado herido". Pero por si acaso, también tuvo un bálsamo melódico para pasar el trago.

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Ojalá que te vaya bonito, ojalá que se acaben tus penas, que te digan que yo ya no existo, y conozcas personas más buenas.

Se lo cantaron unos mariachis contratados por el programa de Tele 5 para "animar" al alcalde. Guitarras, violines y sombreros de ala gigante. Y él aceptó el envite. Pese a que sabía que le esperaban fuera del hotel de Princesa donde había acudido a un acto, sacó al político que menos acostumbra y se fue a por ellos. Incluso le llovió confeti. Luego, a ritmo de rumba, le cantaron aquello de: no estaba muerto, estaba de parranda.

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Y en los balcones de enfrente, para más gloria del alcalde que todavía no sabe si quiere seguir siéndolo, la gente coreaba: "¡Viva Gallardón! ¡No pierdas la esperanza!". "¿Me darán trabajo en su programa después de las elecciones?", preguntó el regidor al reportero.

Minutos antes, Gallardón había presentado en el hotel el nuevo canal de televisión por Internet, esmadrid4u. Y sin desmerecer el acto, la sala estaba sorprendentemente abarrotada de prensa. "Esto debe significar que el proyecto es bueno", ironizó el concejal de Economía, Miguel Ángel Villanueva, consciente de que la multitud perseguía cada reacción del alcalde.

Y ahí Gallardón recurrió a las citas para hablar de turismo, o de lo que cada uno quisiera entender. Habló del conejo de A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. "En aquel mundo, quien no corría el doble, no se movía". Y se acordó de Antoine de Saint Exupéry, con aquello de que "amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección". Y todavía tuvo tiempo para otra. La definición de locura según Albert Einstein: "Hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes". ¿Hablaba del PP? No lo dijo. Pero, mientras tanto, Esperanza Aguirre insistía en mirarle a él desde otro acto y no se creía que el alcalde vaya a dimitir.

Pero todo eso sucedió después de que Gallardón hubiera recibido al presidente de Perú, Alan García, en la Casa de la Villa. Una cita que excusaba su presencia en la última reunión de la Junta Directiva Nacional del PP antes de las elecciones. Una ausencia que podría ser el comienzo de lo que este periódico anunció: que Gallardón abandona la política nacional.

El acto comenzó con retraso y la espera dio para anécdotas: Gallardón habló en un círculo reducido del frío que hacía en Moscú, adónde acudió el pasado fin de semana. Y dio para bromas: "Tendrás que citar a Pizarro", le sugirió un miembro de la oposición que no se refería precisamente a Manuel, expresidente de Endesa y antídoto contra la depresión de Mariano Rajoy.

Finalmente, el conquistador español, que dejó su vida en Lima, no apareció en el discurso que Gallardón pronunció tras conceder la llave de la ciudad a García. Pero el peruano, en una intervención brillante, graciosa e improvisada, se acordó también de la tremenda desgracia de su anfitrión. Y lo comparó, nada menos que con un momento cumbre de la vida de Napoleón. Cuando el emperador casi pierde la batalla de Marengo. "Perdida toda expectativa, se dijo así mismo y a sus lugartenientes: Es verdad que vengo de perder una batalla, pero antes que caiga la noche puedo ganar otra". Ahí es nada. La gente estalló en una carcajada. "Quien cree en la política nunca debe abandonar", porque "la vida es una continuidad de esfuerzos", insistió García.

Luego, en los pasillos, sólo se hablaba del apuñalado. "No se va. Siempre da un paso hacia adelante, y luego dos hacia atrás", decía una concejal de la oposición. Nadie lo sabe. En los círculos del alcalde insisten en que no tiene la decisión tomada.

Cristina Hoyos saluda a Alberto Ruiz-Gallardón en presencia de José Luis Borau en la gala de los premios Max.
Cristina Hoyos saluda a Alberto Ruiz-Gallardón en presencia de José Luis Borau en la gala de los premios Max.CLAUDIO ÁLVAREZ

"OJALÁ QUE TE VAYA BONITO

Un grupo de mariachis esperó ayer a Gallardón a la salida de un acto en un hotel de la calle Princesa para cantarle 'Ojalá que te vaya bonito' y 'No estaba muerto, estaba de parranda'. Le tiraron confeti y corearon su nombre. El alcalde se lo tomó bien y bromeó con el reportero del programa de televisión que había contratado a los músicos.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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