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Reportaje:Moda

Entre lo grotesco y lo comercial

Las colecciones de hombre para el próximo otoño presentadas en Milán y París cuestionan el rumbo de la moda

Eugenia de la Torriente

Ayer terminó en París un apretado calendario de desfiles internacionales que empezó en Milán el día 12 y que ha puesto en evidencia las graves dificultades de la moda masculina para conciliar la creatividad con el pragmatismo de las necesidades comerciales. Miuccia Prada se venga de los hombres sometiéndoles a un tratamiento que no representaría novedad alguna en una colección femenina.

Con vocación fetichista, invocando a Yves Saint Laurent y Helmut Newton, inventa un trampantojo que simula un biquini sobre la camisa y cuya parte inferior asoma por encima del pantalón. Juega a recrear torsos desnudos con ajustadas camisetas en color carne y hasta se atreve a colocar un pequeño tutú en algunas caderas. Coincide con la mucho más discreta Consuelo Castiglioni, de Marni, en diseñar ropa que se cierra por detrás y coloca a los hombres, en una posición de falta de independencia que no pillaría de nuevas a ninguna mujer: ¿me abrochas, por favor?

Prada busca generar un debate sobre el género, pero el resultado se lleva los interrogantes a otra parte. ¿Puede la moda masculina resultar interesante sin caer en lo grotesco? Una buena respuesta es la de Raf Simons que, en una sutil colección, habló de la nostalgia de la juventud de su generación (acaba de cumplir los 40) al tiempo que le propuso sugerentes maneras para salir del punto muerto en que se encuentra. Los de su quinta se debaten entre vestirse como eternos adolescentes o acatar los códigos tradicionales de sus mayores contra los que llevan dos décadas rebelándose.

El triunfo de Simons coincide con el abandono generalizado de la enjuta silueta con la Hedi Slimane (su gran rival, momentáneamente retirado), definió el cambio de siglo. Aunque eso no significa que la sombra de Slimane no sea todavía alargada. Nadie lo sabe mejor que su sucesor al frente de Dior, Kris Van Assche, que presentó anoche su primer desfile para la firma francesa. La expectación convocó a una multitud inhabitual en las citas masculinas en una carpa frente a Los Inválidos. En primera fila, además de John Galliano y Bernard Arnault, estaba Karl Lagerfeld. El que fuera primer y gran valedor de Slimane parecía así legitimar el relevo. Pero Van Assche fue tan ampuloso en la puesta en escena, con ocho violines en directo, como repetitivo en la recreación de un oscuro y fantasioso héroe, ataviado con esmoquin de mallas, bombachos de grandes fuelles y mariposas en lugar de pajarita.

Definir una silueta que marque una época, como hiciera Slimane, no es fácil. Y esta vez nadie ha tenido el valor o las ganas de erigirse en artífice absoluto de un cambio semejante. Pero aquí y allá los pantalones se ensanchan, los hombros se relajan, el punto se espesa y los abrigos se exageran. Corre el aire y, con él, se diluye el gusto por los hombres palo. Tanto engordan las proporciones que, a veces, consiguen que hasta los adolescentes y escuálidos modelos que pueblan las pasarelas parezcan tener algo parecido a un cuerpo. Un movimiento envolvente que reúne a sensibilidades de lo más dispar, como las de Dolce&Gabbana, Bottega Veneta, Yohji Yamamoto o Josep Abril para Armand Basi (la única marca española que ha desfilado en París).

Pero, ¿es esto una noticia suficiente? Los diseñadores parecen pensar que no y se apoyan en la siempre efectiva referencia musical para tratar de incorporar espectáculo y brillo a sus propuestas. Aunque los iconos elegidos son muy distintos. De los novísimos y étnicos Gogol Bordello en los que se fija Frida Giannini para Gucci hasta el recientemente fallecido Fred Chichin (mitad del dúo francés de pop Rita Mitsouko) que guía los pasos de Jean Paul Gaultier, pasando por el artista británico Jaime Reid, autor de las portadas de The Sex Pistols e inspiración de la revisión del kilt de Comme des Garçons. A falta de mejores ideas, siempre nos quedará el sexo y el rock.

De izquierda a derecha, modelo de Gucci, dos de Prada, de Armand Bassi y Bottega Veneta. En el centro, una propuesta de Yamamoto para el hombre de otoño de 2008.
De izquierda a derecha, modelo de Gucci, dos de Prada, de Armand Bassi y Bottega Veneta. En el centro, una propuesta de Yamamoto para el hombre de otoño de 2008.

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