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El armador asegura que un impacto provocó el hundimiento del 'Cordero'

El pesquero había dejado de faenar una hora y media antes de irse a pique

Mientras se amplía el área de rastreo, por tierra y mar, en busca de los cuatro marineros desaparecidos en el naufragio el pasado martes del Cordero, el armador del arrastrero con base en Ribeira (A Coruña), José María Santiago, defendió ayer la profesionalidad, prudencia y valentía del patrón de la embarcación, Marcos Ures, para afrontar la inesperada situación y velar por la seguridad de la tripulación. El pesquero, que salió a faenar en la madrugada del lunes con ocho hombres a bordo, emprendió por la tarde-noche el camino de regreso al puerto de A Coruña "trabajando en arrastre, con los aparejos largados, faenando con toda normalidad", desveló Santiago en declaraciones a Radio Galega.

"Saltaron al mar con chaleco y las manos enlazadas para permanecer juntos"

Sobre la una de la madrugada del martes, al ver que el viento soplaba con más fuerza, la tripulación decidió recoger los aparejos. Una hora y media después, a 20 millas del Cabo Prioriño, frente a Ferrol, sufrió "un fuerte impacto, e inmediatamente se escoró y empezó a irse a pique". "Iban a muy poca velocidad, cuatro o cinco nudos, una velocidad prudente", subraya el armador al insistir que cuando ocurrió el hundimiento se registraban fuertes rachas de viento y la mar estaba gruesa pero aún no arreciaba el temporal como lo hizo en las horas posteriores.

El arrastrero salió a faenar el lunes al igual que muchos otros pesqueros que, de hecho, estaban en la zona donde se produjo el accidente porque la alerta de fuerte temporal estaba prevista para el mediodía del martes, diez horas después de que se produjese el naufragio. "Dolido" por las acusaciones "falsas, de irresponsabilidad o imprudencia" de quienes, "muchos sin haber salido nunca al mar", apuntan hacia la temeridad de salir a faenar en condiciones climatológicas adversas, Santiago no cree posible que un golpe de mar hundiese el Cordero, uno de los mayores de la flota de Ribeira. "Para que sea un golpe de mar tienen que ser condiciones extremas y no eran las que se registraban". Un contenedor o incluso un tronco de los muchos que andan a la deriva en alta mar pudo ser lo que impactó contra el barco y causó una vía de agua que lo hundió, según el copropietario, junto a su hermano José Manuel, del pesquero.

El patrón del barco, el único de los tres supervivientes que aún permanece hospitalizado al tener inundados los pulmones del agua que tragó -estuvieron más de dos horas a flote en el océano helado-, ha salido ya de la unidad de cuidados intensivos y se recupera lentamente. "Está mucho mejor de ánimos, pero aún se derrumba muy fácilmente, es difícil superarlo", cuenta Santiago, que reclama respeto y reconocimiento a "la valentía y el temple" de este joven profesional, de 29 años.

"Gracias a él sobrevivieron los otros dos, se encargó de que todos se pusieran el chaleco salvavidas, que estuviesen bien colocados y amarrados, y saltaron al mar con las manos enlazadas" para permanecer juntos, en ruedo, hasta la llegada de los equipos de rescate. Ures, según el armador, fue el último en dejar el barco e hizo cumplir todas las reglas de protocolo en caso de naufragio, e incluso se preocupó de que ningún marinero se fuera a la deriva, desfallecido por el frío o el cansancio.

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El armador reconstruyó lo ocurrido basándose en los relatos del contramaestre José Manuel Parada y el marinero indonesio que se salvó, Hendra Hermawan. Dos representantes de la Embajada en Madrid de ese país asiático llegaron anoche a A Coruña para tratar de localizar a sus compatriotas y familiares y prestarles asistencia.

La mejoría del tiempo ayer permitió ampliar la zona de rastreo en busca de los cuatro tripulantes desaparecidos desde Estaca de Bares al norte. Protección Civil y voluntarios empezaron también a recorrer la costa y sus playas, desde Cedeira hasta Burela, ante la posibilidad de que el mar arrastre hacia tierra los cuerpos de los marineros.

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