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Una banda extorsionaba a empresarios en nombre de ETA

Algo raro hay en una campaña de ETA de extorsión a empresarios cuando los supuestos etarras son brasileños, llaman desde un teléfono dominicano, trabajan en una empresa de importación china y los pagos se hacen en plena Gran Vía de Madrid. La policía ha detenido a cinco personas que pretendían sacar dinero a empresarios de toda España con el macabro truco de enviarles falsas cartas de amenazas en nombre de la banda terrorista.

A principios de enero, varios empresarios catalanes, y después de toda España, recibieron cartas amenazantes con este texto: "La organización Euskadi Ta Askatasuna le hace saber que le considera parte de los responsables de la actual situación de conflicto (...) por ello ETA le considera objetivo de su accionar armado y le exige un pago de..." entre 15.000 y 50.000 euros, según el tamaño de las empresas.

Las cartas llevaban el sello de ETA y estaban fechadas en "Euskal Herria". Pero habían salido de Madrid. Además, había una frase especialmente extraña para los expertos antiterroristas de la Comisaría General de Información. Como en un concurso de televisión, la carta ordenaba mandar un SMS a un teléfono móvil indicando "su nombre y apellidos y el teléfono móvil". "Recibirá las instrucciones de pago por esa misma vía", añadía. Daba 24 horas para contestar.

Teléfono dominicano

El Grupo de Secuestros y Extorsiones de la Unidad de Delincuencia Especializada inició una negociación con los extorsionadores en nombre de dos empresas que se prestaron a colaborar. La investigación se alejó muchos kilómetros de los montes vascos nada más empezar: el teléfono de contacto era de la República Dominicana.

El pago debía hacerse en billetes de 100 euros, metidos en bolsas de plástico, en un cuarto de basuras de un edificio de la calle Caballero de Gracia, a pocos metros de la Gran Vía de Madrid. Los GEO detuvieron a dos ciudadanos brasileños nada más aparecer para recoger el dinero.

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De ahí, la investigación llevó a los agentes a la calle de Génova, donde detuvieron a un sevillano, dueño de una empresa de importación de productos chinos y que, en efecto, utilizaba un móvil dominicano. Junto a él fueron detenidas dos ciudadanas de ese país que tenía como empleadas.

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