"Nosotros no somos marginales"
Treinta jóvenes andaluces aprenden el viejo oficio de la construcción de naves
No quieren que les llamen "marginales". Los 30 chicos que asisten desde el lunes a la Escuela Taller de carpintería de ribera, sólo quieren aprender un oficio para ganarse la vida. Se refieren a ellos como "colectivos marginados" o "en riesgo de exclusión social". Y están hartos.
"Puede que estemos en el paro, que no tengamos graduado escolar o que vengamos de barrios humildes, pero no somos delincuentes. Sólo queremos tener una profesión, como todo el mundo", dicen casi a coro mientras sacan el bocadillo y el tabaco de las mochilas. Son las 10.30, hora del recreo.
Los alumnos, de entre 17 y 24 años, aprenderán una profesión casi extinguida: carpintero de ribera.
Indra Castillo, de El Puerto de Santa María, es uno de los cuatro profesores de la escuela. "La carpintería de ribera mezcla la artesanía con la ingeniería", explica el joven de 30 años. "Como los barcos son de superficie curva, las piezas conllevan un gran trabajo artesanal para que encajen en su hueco". Las nociones de ingeniería son esenciales para que el barco no se hunda "por el peso o el desequilibrio", concluye desde el taller.
El Cortijo del Cuarto, al sur de Sevilla, es el lugar que la Diputación ha cedido para el desarrollo del curso. Rodeado de palmeras y mucho campo, parece más un espacio de descanso vacacional. "Pero aquí trabajamos mucho", se enorgullece Julián, onubense de 17 años. "Quiero aprovechar este curso lo máximo posible", dice sonriente. Sus compañeros le toman el pelo: "¡Qué aplicado!". Julián se acaba ajustando a la realidad: "La verdad es que me convenció de que viniera Sandra, mi cuñada".
Como si lo hubiera escuchado, la cuñada aparece tras uno de los arcos del cortijo. "Ni Julián ni yo tenemos el graduado. Una profesora de compensatoria viene tres días a la semana", se alegra la chica de Bellavista. Sandra tiene 24 años y una niña de seis. Dice en bajito que está embarazada de nuevo. "Es que yo empecé a vivir muy pronto", reconoce. "Si lo hago bien aquí, me harán un contrato y quizás pueda trabajar. ¿Dónde me harían eso en el sexto mes de embarazo?", pregunta aliviada.
La Consejería de Trabajo ha aportado casi 800.000 euros para este proyecto, que es gratis para los chicos.
Sergio Ostos es uno de ellos. Proviene de la barriada sevillana las 3.000 viviendas, en el Polígono Sur. Para él, lo mejor del curso es haberse reencontrado con su primo Jonathan. "Es que hacía un año que no sabía de él, y de repente lo veo aquí", exclama contento. Los dos se dan un abrazo efusivo y breve.
A los chicos les preocupa su futuro. Tras el recreo, llega la clase con Joaquín Garrido, ingeniero técnico naval que dio la vuelta al mundo en la nao Victoria. Primera pregunta: "¿Cuánto vamos a ganar como carpinteros de ribera?". Joaquín les explica que se empieza por poco y después va subiendo. Segunda pregunta: "¿Pero cuánto, más o menos, cobra este tipo de carpinteros?". No da ninguna cifra. "Nos está dando largas", se resigna en bajito uno de los alumnos.
Otros, como Javier Alves, de 19 años, se muestran más optimistas. "Esta profesión estará muy demandada porque seremos los únicos de España que sepamos hacer esto". Por lo pronto les dan seis euros al día. "No nos saca de pobres pero no está mal", se conforma Sandra.
Los chicos también participarán en la construcción del galeón Andalucía con el que se pretende dar la vuelta al mundo y exhibirse en la Expo Shangai 2010. Juan Salas, el presidente de la Fundación Nao Victoria, promotora del proyecto, parece satisfecho. Hoy vino a visitar el taller y afirma que "los muchachos están muy involucrados".
Politiqueo
Aunque no todos los cursos comenzaron tan bien. En el mismo cortijo, sacándose un café de la máquina, Nieves Acosta critica que su taller de restauración de muebles es "un auténtico desastre". La chica, de 34 años, afirma que tuvieron que cambiar al monitor y que no tenían herramientas suficientes. "Pero se acercan las elecciones y todo funciona maravillosamente", ironiza. "Es todo una cantinela, politiqueo barato, un montaje para ganar las elecciones". Coge su vasito de plástico y desaparece malhumorada.
La Fundación Nao Victoria quería recuperar un oficio extinguido y tradicional en Sevilla. Además observó que el turismo y los empleos relacionados con el mundo náutico están en aumento. "Incluso para hacer los galeones de la películas, por la rigurosidad histórica, se requiere gente que sepa del asunto", explica Indra a sus alumnos. "Y también podremos construir los barcos pirata de Isla Mágica o Port Aventura", se emociona Julián.
Joaquín, el profesor de teoría, recoge a los que se han quedado desperdigados tras el recreo. Este marinero altísimo, de piel curtida y pelo muy blanco, lanza un reto a sus atentos alumnos: "Bueno, quizás acabéis como carpinteros de ribera en una de esas embarcaciones que dan la vuelta al mundo entero... ¿os lo imagináis?". Y los chicos bajan sus cabezas. Sin responder.
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