Nos negamos al olvido
Con sorpresa, asombro e indignación hemos leído el obituario que el periódico de su dirección dedica el 14 de enero al comisario de policía Manuel Ballesteros, al que presenta como "experto antiterrorista y participante en las conversaciones de Argel".
Se afirma en el texto que "Manuel Ballesteros comenzó su carrera en el Ministerio del Interior en 1979 al frente de la Comisaría General de Información", hecho éste que no se ajusta a la verdad. Manuel Ballesteros comenzó su carrera como policía mucho antes, en la tristemente recordada y temida Brigada Político Social (BPS), instrumento policial del régimen franquista para la represión de todos aquellos que luchábamos por la libertad y la democracia. Equivalente a la DINA chilena de Pinochet, la BPS se mostró especialmente "eficaz" en la persecución, detención y tortura de sindicalistas, comunistas y demócratas en general. Fue así como Manuel Ballesteros labró su porvenir.
En Valencia somos muchos los que recordamos su celo en estos menesteres. Manuel Ballesteros logró triste notoriedad en noviembre de 1968 con la detención en Valencia de 36 comunistas y sindicalistas que durante largos días fueron brutalmente torturados. Él y sus compañeros de la BPS les golpearon y aplicaron corrientes eléctricas sin ningún tipo de piedad. Dos años después, repetiría su "hazaña" con un grupo de jóvenes universitarios, torturados personalmente por Ballesteros durante 18 días y 18 noches, desde el 23 de abril hasta el 11 de mayo de 1971. Su nombre está inexorablemente unido a estos gravísimos hechos. Ignorarlo sería una afrenta a las víctimas y a sus familiares, especialmente para los que han muerto, como el economista Ángel Guardia, o Antonio Palomares, dirigente y diputado comunista en las Cortes que elaboraron la Constitución, diputado también en las Cortes Valencianas y uno de los padres del Estatut. Como muy bien recordaba su periódico en el obituario publicado el 25 de marzo pasado, a consecuencias de las torturas, Antonio Palomares "había perdido varios centímetros de estatura, tenía tres vértebras soldadas y el diafragma deformado...".
Al igual que tantos otros, Ballesteros quiso después borrar su pasado y construirse una imagen "profesional". Contribuir a ello significa borrar largos años de lucha y resistencia antifranquista. Supone silenciar de nuevo a los demócratas y daña el sistema de libertades que conseguimos a pesar de, entre otros, Ballesteros.
Los abajo firmantes, que sufrimos de manera directa la represión de este policía, nunca hemos pedido ningún tipo de revancha. Pero nos negamos al olvido y a que se reescriba nuestra historia. Su periódico no debería contribuir a ello.
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