"Los centros de mando del terror están fuera de Afganistán"
Dadfar Spanta ha vivido casi la mitad de sus 54 años fuera de su país. Profesor de Ciencias Políticas en Alemania, Spanta regresó a su país tras la caída de los talibanes en 2001 para ser el principal asesor internacional del presidente Hamid Karzai, que le nombró ministro de Exteriores en 2006. En Madrid ha asistido al I Foro de la Alianza de Civilizaciones, donde ayer afirmó que "el terrorismo no es un fenómeno islámico", y se entrevistó con el ministro de Defensa, José Antonio Alonso. "He venido a agradecerle la presencia militar española", explica Spanta.
"Hay grupos terroristas que utilizan la religión como un instrumento político para tomar el poder e instaurar un poder totalitario en un Estado teocrático. Afganistán es un ejemplo de cómo la cooperación internacional puede acabar con esta percepción en el mundo islámico. La nueva carretera entre Herat y Kandahar está siendo financiada con ayuda estadounidense, japonesa y saudí y construida por una empresa turca", explica. "La gente de las diferentes organizaciones que trabajan en la reconstrucción de Afganistán desafía cada día al terror".
"El terrorismo, el tráfico de drogas y la corrupción son los desafíos afganos"
Los últimos ataques terroristas en Afganistán, en especial el atentado contra el hotel Serena de Kabul marca un nuevo hito en la escalada de los talibanes. "Afganistán está logrando sus objetivos de reconstrucción del Estado y de mejora de la educación y la salud gracias a la cooperación internacional. Hoy hay unos seis millones de niños escolarizados en nuestro país, el número más elevado en toda nuestra historia, y un 38% son niñas. Seis años después de la caída de los talibanes, este logro no sería posible sin cooperación internacional", argumenta el ministro.
"Pero también nos enfrentamos a muchos desafíos, el principal es el terrorismo. Otro es la debilidad del Estado y de las instituciones, que se ven golpeados por la corrupción. Y, sobre todo, el tráfico de drogas". Para el jefe de la diplomacia afgana, se precisa una estrategia global, pues estos desafíos no surgen de una situación aislada en Afganistán.
"Los grupos terroristas forman una red internacional que destruyen nuestros proyectos de reconstrucción y atacan a los miembros de la cooperación internacional", afirma Spanta, quien no cree que incrementar el número de las tropas internacionales sea ahora lo más importante.
"Lo importante es que sigamos recibiendo apoyo para la reconstrucción y poder consolidar nuestro Ejército, que sólo cuenta con 58.000 soldados. Necesitamos armamento pesado, mejores equipos de comunicación, helicópteros y aviones para poder asumir una mayor responsabilidad", puntualiza.
"Los últimos ataques en el centro de Kabul muestran que la amenaza terrorista sigue siendo muy seria. Pero hay que acudir al origen del problema. Los principales centros de mando, de entrenamiento y de financiación de los terroristas están fuera de Afganistán. Allí hay que combatirlos".
-¿Dónde? ¿En las montañas de Pakistán?
-Sin comentarios.
"Tenemos una buena relación con Pakistán", se apresura a aclarar Spanta. "La estrategia más realista es destruir los centros de reproducción de los terroristas".
-¿Cuántos afganos apoyan a los talibanes?
-Menos del 5% simpatiza con ellos. En Afganistán no hay insurgentes, sólo terroristas.
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