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Reportaje:CRISTINA GARMENDIA

Del laboratorio a la empresa

La creadora del grupo Genetrix recibirá el domingo el Tambor de Oro

Cristina Garmendia (San Sebastián, 1962) recibirá el próximo 20 de enero el Tambor de Oro, el galardón más querido para los donostiarras. "Estoy emocionada y muy contenta", comenta con cierto nerviosismo estudiantil. Unos nervios que sorprenden en esta investigadora y empresaria que se doctoró con Margarita Salas y preside el grupo Genetrix, pionero en el sector de la biotecnología. Garmendia, donostiarra por los cuatro costados, ha llevado, sin embargo una vida viajera, siempre en busca de configurar su propio proyecto vital.

Para comenzar, Cristina Garmendia estudió la carrera de Biológicas en Sevilla. "Era la única facultad que impartía Biología molecular en quinto, con la posibilidad de prácticas de laboratorio durante todo el curso". Eso sí, en la casa sevillana nunca faltaron las verduras de la plaza de San Sebastián, café de La Casa del Café y palmeras de Izar, que su madre le enviaba por mensajero. Llama la atención esa decisión por una carrera en principio poco práctica en quien se había criado en un ambiente familiar vinculado a la empresa. "Cuando le dije a mi padre que iba a estudiar Biología, no lo voy a negar, puso cara de sorpresa. Eso sí, lo único que me dijo fue que lo hiciera 'con ilusión y plena dedicación".

"¿Puedo hacer la tesis doctoral con usted?", preguntó a Margarita Salas

Y la actual presidenta de la Fundación Inbiomed siguió fielmente la recomendación de su padre. En cuanto a la plena dedicación, ahí está su expediente de sobresaliente; y si se pregunta por el entusiasmo con que cursó la carrera, recuerda cómo interpeló a la científica Margarita Salas en una conferencia. "Estábamos en quinto de carrera, y me gustó tanto su ponencia que al terminar me levanté, y en lugar de hacer una pregunta, le dije: ¿'Puedo hacer la tesis doctoral con usted?'. 'Venga a verme a Madrid', me respondió, y aceptó mi petición".

De la Universidad de Sevilla al laboratorio de la prestigiosa científica en Madrid, donde elaboró una sesuda tesis, premiada cum laude que parecía abocarle a la investigación pura y dura. Pero la genética familiar forjada por emprendedores intervino y la joven doctora donostiarra dio un nuevo impulso a su carrera. "Si algo me caracteriza es la determinación, es cierto, y, entre meterme en un laboratorio institucional o seguir mi propio camino, opté por esto último".

Así que se matriculó en un master de administración de empresas. "Fue una experiencia muy divertida. No sólo porque era la única licenciada en biología, sino porque de los 70 compañeros en clase, sólo había cuatro chicas. ¡Cómo han cambiado las cosas en quince años!", exclama.

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Para poner en práctica estos nuevos conocimientos, comenzó a trabajar en el grupo familiar del sector de pesca y alimentación, en Chile, Argentina y Mozambique. "Durante diez años aprendí a arrancar la operativa, la logística, a elaborar planes de negocio y a llevar la dirección financiera del grupo de empresas. Pero seguía pensando en el proyecto propio", confiesa.

Entraba el siglo XXI cuando surgió la idea. En una comida con sus compañeros Antonio Bernal y Carlos Martínez, (actual presidente del Consejo Superior de Investigaciones Vientíficas), Cristina Garmendia comenzó a barajar la idea de crear una empresa que pusiera en práctica descubrimientos que se quedaban en su mera publicación científica. El asunto es conocido en el ámbito de las ciencias: son muchos los estudios, y muy importantes, que no se pueden llevar a la práctica por falta de medios; hasta no hace mucho, el CSIC y otros centros de investigación oficiales tenían alergia a la empresa. "Cuando le propusimos el proyecto, el CSIC nos respondió que para financiar una empresa tenía que pasar por el Consejo de Ministros. Era tan complicado que al final la compañía fue 100% privada". Y así nació, en 2001, Genetrix, pionero en la biotecnología, que ahora se ha convertido en un grupo participado por ocho empresas y una fundación, con más de 90 empleados.

En su ciudad porque sí

Aunque reside en Madrid, Cristina Garmendia mantiene una fuerte vinculación con su ciudad natal, como refleja su empeño para que parte de su empresa se instalara en el parque tecnológico de Miramón. Cuenta que tuvo que enfrentarse a muchos "elementos" para establecer Biobide en San Sebastián. "Ha habido muchas barreras, muchas presiones por ver en qué territorio se ubicaba", recuerda. "Que sí, que va a estar en Miramón, porque yo quiero", zanjó entonces.

Biobide es una plataforma robotizada de testado de nuevos fármacos que utiliza un animal extraño en el ámbito de la investigación, el pez cebra. "El animal que se utiliza en investigación por lo general es el ratón, pero el pez cebra, para determinadas patologías, como la que tiene que ver con el corazón, es muy cercano al humano. Además, es más barata su crianza y se investiga en vivo", explica. "No existía en el mundo una plataforma robotizada para trabajar con el pez cebra. Y nosotros, en colaboración con MCC, lo hemos conseguido. En breve empezaremos a trabajar con fármacos para patología cardiaca", añade.

En San Sebastián también tiene su sede la Fundación Inbiomed, que preside Garmendia desde 2005. "Tenemos planes muy ambiciosos para que se convierta en un centro de referencia en medicina regenerativa con aplicaciones clínicas. De hecho ya colaboramos con diferentes centros de Guipúzcoa y vamos a duplicar la plantilla este año". Trabajan en el primer ensayo europeo de terapia celular para combatir la epidermolisis bullosa distrófica, una enfermedad congénita de la piel.

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