Divorcios por SMS
Una egipcia pide a un tribunal que aclare la validez legal de este sistema
Ríanse ustedes del divorcio exprés. Para rapidez, la que proporciona el divorcio islámico a través de los mensajes de móvil. Pero la egipcia Iqbal Abul Naser no lo ha visto muy claro y, después de recibir tres SMS con la talak (declaración de divorcio), ha recurrido a los tribunales para averiguar cuál es el estado legal de su matrimonio. La anécdota pone de relieve la indefensión de las musulmanas ante el derecho unilateral que la ley islámica reconoce al hombre a anular el vínculo conyugal.
La 'sharia' establece que el matrimonio acaba si el hombre así lo dice tres veces
Dubai y Malaisia han prohibido que esta declaración se haga con mensajes
Lo contaba la semana pasada el diario egipcio Al Ajbar. Hace unos días, Abul Naser perdió una llamada de su marido. Al rato le llegó un mensaje que, según el periódico, decía textualmente: "Te divorcio porque no has contestado a tu esposo". No era la primera vez. El hombre ya le había salido con las mismas en dos ocasiones anteriores y, según la sharia (ley islámica), los hombres pueden poner fin a su matrimonio con sólo declarar tres veces "yo te divorcio".
Aunque algunos clérigos interpretan que es necesario que una de las tres veces se haga ante un tribunal (condición exigida en Malaisia o Egipto, por ejemplo), otros consideran que basta con que se haga delante de testigos. La ortodoxia acepta también el divorcio por carta, pero ¿por mensaje de móvil? A las mujeres se les exige un proceso mucho más complicado para librarse de un matrimonio infeliz, a pesar de que el islam también admite que ellas inicien el divorcio.
Abul Naser, una ingeniera que vive en El Cairo, no lo dudó un minuto y se dirigió a un tribunal de familia para conocer su situación después del SMS. ¿Es aún una mujer casada? ¿O el divorcio pronunciado por su marido tiene validez legal? Aunque Egipto tiene un código civil, el derecho de familia se administra de acuerdo con la comunidad religiosa a la que pertenece cada uno. Si el tribunal convalida la decisión del hombre, se tratará del primer caso de divorcio por mensaje de móvil que se produce en ese país.
Sin embargo, el debate no es nuevo en el mundo islámico. Ya se planteó al principio de esta década en dos de los países musulmanes más amantes de las nuevas tecnologías, Dubai y Malaisia. Pero tras el escándalo que produjeron los primeros casos, las autoridades civiles tomaron cartas en el asunto. El Gobierno de Kuala Lumpur prohibió el divorcio por medios electrónicos (SMS, fax o e-mail) en 2003 y además estableció multas e incluso penas de prisión para los hombres que recurrieran a ellos.
Dos años antes, el Consejo Religioso Islámico de Singapur decidió, de acuerdo con el Tribunal de la Sharia, que "el divorcio a través de SMS es inaceptable". Como sucedería más tarde en Malaisia, los ulemas basaron sus argumentos en "las dudas que pueden suscitarse sobre la identidad y sinceridad de quien envía el mensaje". Sólo algunos grupos de mujeres mencionaron la injusticia que supone la existencia de un derecho unilateral al divorcio por parte del hombre cuando ellas no lo tienen.
De hecho, algunos gobernantes de países musulmanes han encontrado una fuerte oposición islamista cuando han introducido reformas legales a ese respecto (tal fue el caso de Marruecos en 2004). Sin embargo, el debate está aún pendiente en gran parte del mundo musulmán. Y resulta aún más inexcusable a la vista de los excesos que permiten las interpretaciones más estrechas de la sharia, como la que impera en Arabia Saudí.
En mayo del año pasado, una mujer identificada como Fatima A. fue obligada a divorciarse porque su medio hermano y tutor legal descubrió que el marido había ocultado su pertenencia a una tribu de menor estatus, lo que según la ley saudí es causa suficiente para anular el matrimonio. Ante la negativa de ambos, que para entonces tenían dos hijos, la mujer fue encarcelada. De seguir con su marido, hubiera sido acusada de adulterio y habría podido ser condenada a muerte.
Tal vez sea un caso extremo, pero en la mayoría de los países islámicos la simple apostasía del marido obliga a la mujer a divorciarse. Es lo que le sucedió en 1995 a la filóloga Ibtihal Yunes (casada con el pensador Naser Abu Zeid) en el turístico Egipto, donde la reforma legal que permite pedir el divorcio a las musulmanas apenas tiene ocho años y, como en Irán, exige que la demandante renuncie a todos sus derechos financieros y devuelva la dote. Yunes y Abu Zeid se exiliaron en Holanda.
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