La candidata del partido
Cuando Barack Obama intentaba levantar el ánimo de sus seguidores en la noche del martes haciéndoles repetir una y otra vez "¡Yes, we can, yes, we can, yes, we can!" (Sí, podemos), se refería en gran medida a su confianza en derribar el muro de protección que el Partido Demócrata ha levantado discretamente contra él y a favor de Hillary Clinton.
Obama sabe que tiene que vencer o convencer a las estructuras tradicionales demócratas si quiere ser candidato presidencial. Lo está intentando en estos momentos en Nevada, un Estado en el que el Partido Demócrata está dominado por los sindicatos, que apoyaban masivamente a Clinton hasta ahora, y en el que Obama está a punto de conseguir el respaldo del sindicato de camareros, esencial para ganar.
Sindicatos, feministas y casi todas las estructuras del Partido Demócrata están con Hillary Clinton
Clinton tenía el apoyo del sindicato de maestros en New Hampshire, en el que todos los cargos directivos son mujeres. Las organizaciones de mujeres han sido vitales en la victoria de Clinton. Y pueden ser fundamentales en el futuro.
Sindicatos, grupos feministas, prácticamente todas las estructuras organizadas del Partido Demócrata están por ahora con Hillary Clinton. Hasta algunos grupos homosexuales, de significativa influencia en algunos Estados. No le perdonan que Obama se pronunciase a favor del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, aunque ha añadido muchas veces que dará plena autoridad a los Estados para que legislen como quieran al respecto.
Será interesante ver cómo responde en Carolina del Sur, con una importante población negra, otra de las estructuras de poder dentro del Partido Demócrata, los grupos de derechos civiles. Los principales líderes negros se han abstenido hasta ahora de pronunciarse o se han decantado a favor de la esposa de Bill Clinton, a quien la premio Nobel de Literatura Toni Morrison llamó una vez "el primer presidente negro de Estados Unidos".
El control del aparato del apartido hace parecer a veces a Hillary Clinton poco creíble como promotora del cambio, pero le garantiza una base sólida de votos para el futuro. Mucho más en los Estados -que son mayoría a partir de ahora- en los que no se permite a los independientes votar en las primarias demócratas. Clinton es más fuerte en lo que podríamos llamar el voto demócrata puro o más tradicional: trabajadores y clase media baja, mediana edad, educación media y vieja adscripción demócrata.
La nueva mayoría de Obama, formada por un votante de mayores ingresos, más educación, menos edad y menor o ningún compromiso partidista, puede llegar a ser una masa arrolladora, pero es también más imprevisible y más difícil de cuantificar.
Clinton ganó en New Hampshire entre los votantes que situaron la economía como su primera preocupación. Obama triunfó entre los que mencionaron la guerra de Irak o el deterioro ecológico.
La dirección del Partido Demócrata parece ver todavía a Obama como una ilusión de difícil concreción. Ve más difícil ganar la presidencia con él. Clinton es un valor seguro con un proyecto a ras del suelo. Si sirve de ejemplo, la mayoría del centenar de superdelegados -delegados nombrados directamente por el partido- que se han pronunciado hasta ahora, lo ha hecho a favor de Clinton.
Pero Obama no va a correr esta carrera como un outsider. Aunque busca los votos independientes, va a pelear también dentro del Partido Demócrata, con la esperanza de que se pondrá por completo de su lado cuando se convierta en una realidad inevitable.
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